Antes de las 7’00 horas del 10 de febrero, 800 piezas de artillería soviética machacan durante dos horas las posiciones españolas; el
Con un griterío ensordecedor 44.000 infantes rusos con esquíes se lanzan al ataque en diferentes oleadas. Les abren paso los KV-1 (abajo, izquierda) y los formidables T-34 (abajo, derecha). Pero el calor de las explosiones ha derretido la nieve y el barrizal frena a blindados y hombres. Los rusos no esperaban respuesta de las tropas españolas -¿quién habría sobrevivido al alud de fuego?-. Los supervivientes salen de sus refugios y responden al ataque.
Al final del día, han muerto 1.125 españoles, 1.036 están heridos y 91 han desaparecido; 300 cayeron prisioneros. Son las cifras más altas hasta entonces en una sola batalla. En el bando soviético el número de bajas es espeluznante: entre 7.000 y 9.000. El frente defendido por los españoles retrocede unos 3 kilómetros en algún sector y el Ejército Rojo recupera Krasny Bor, pero los divisionarios logran detener el avance, haciendo fracasar la ofensiva soviética. El cerco sobre Leningrado no se rompió y los rusos pasaron a la defensiva. Durante un año, el frente permaneció estable. La División Azul fue oficialmente disuelta el 17 de noviembre y sus últimos expedicionarios abandonaron el frente del Este el 24 de diciembre de 1943.