Una verdad como un templo que se da más de lo que pensamos...
El otro día se publicó una noticia en la que se hablaba delsuicidio de un chico transexual provocado por el acoso escolar que por lo visto llevaba años padeciendo debido a su condición sexual. El chico lo había intentado todo, se había cambiado de colegio, había acudido a un centro de día, había hablado con sus padres sobre su situación largo y tendido, etc… Sin embargo, y a pesar de todo, al final había sucumbido a la angustia que le producía soportar las mofas y burlas de sus mal llamados compañeros y mejor llamados alimañas. El suceso me indignó mucho y me hizo pensar un poco sobre la bazofia que estamos enseñando a los niños de hoy en día. En una sociedad cada vez más plural, y se supone que más vanguardista y abierta, estamos creando auténticos monstruos de la intolerancia y el odio al diferente. En vez de instruir a nuestros niños para que sean ciudadanos abiertos, carentes de prejuicios, y solidarios, a la par que compasivos con el prójimo, estamos sucumbiendo al error de crear auténticos cromañones despóticos carentes de toda empatía y capacidad para respetar al otro independientemente de su condición sexual, social, o de la condición que sea. Bueno, y diréis... ¿ Por qué dice todo esto esta mamona? Qué tiene que ver esto con el suceso? Pues lo digo, queridos lectores, porque estoy convencida de que la mentalidad que les lleva a comportarse así con los demás la aprenden de sus adultos. Sus adultos, que no son conscientes de que los niños son esponjas que lo absorben todo, se comportan como unas escorias sociales llenas de odio y deseo de competitividad, sin molestarse en dejar sus pensamientos y opiniones retrógrados para su intimidad. No importa que los niños estén delante, que va, algunos adultos dejan volar su imaginación nazi y hacen partícipe de ella a sus hijos, sobrinos, vecinitos, hijos de sus amigos, o a quien se tercia, pues faltaría más… El racismo, la xenofobia, o el clasismo más rancio, hacen acto de presencia sin ningún pudor cada vez que hay niñosdelante sin pensar en las consecuencia de ello, porque, una cosa está clara, lector, y es que cuando esos niños sean unos acosadores sin remedio, siempre habrá alguien a quien echarle la culpa de ello, como, por ejemplo, a los medios de comunicación, a los anuncios, a las amistades raras, etc… Cuando yo era una cría díscola y malvada los adultos que me rodeaban me sermoneaban de continuo sobre la solidaridad, la comprensión, la necesidad de dar oportunidades a los demás, el respeto al resto, etc… y algo de eso me ha quedado ; poco, pero algo tengo aún dentro de mí. Yo creo que en vez de enseñar a los niños a ser unos adultos competitivos y a llevar traje con corbata para que vayan aprendiendo a ser unos hijos de put… el día de mañana y unos malos compañeros y amigos, y unos buenos esclavos de la empresa de turno, habría que enseñarles a ser personas con un mínimo de bondad y capacidad de comprensión hacia el otro. No se qué tipo de sociedad queremos, la verdad, pero si seguimos por este camino vamos a tener que aceptar acabar en el carajo, que es hacia donde caminamos a paso lento pero seguro ¿O no?...