playas de Cantabria donde soñar
Su ubicación en la zona de El Dueso, entre los montes Brusco y Buciero y junto a las marismas de Santoña, hacen de este lugar una zona de gran interés natural y paisajístico, ideal para los amantes del avistamiento de aves. La playa tiene más de dos kilómetros de largo, su arena es fina y dorada, es ventosa y está dotada de servicios de gran calidad, lo que le han hecho merecedora de una bandera azul.
En la bahía de Santander y en el municipio de Ribamontán al Mar, la plaza del Puntal de Somo es una larga lengua de arena rodeada de agua por todas partes menos por la que le une a tierra. De arena fina y dorada y una zona de dunas, ofrece unas increíbles vistas de la estampa más regia de la capital cántabra. Desde ella se puede llegar en las típicas pedreñeras (barcos) hasta el Embarcadero en Santander.
Casi ocho kilómetros de playa suma el municipio de Laredo, entre las que sobresale la de La Salvé. En esta playa desembarcó el emperador Carlos V en 1556, en su camino al retiro definitivo en el monasterio de Yuste, y pronunció las palabras «Salve, Madre común a todos los mortales, a ti vuelvo desnudo y pobre...», que con el tiempo dieron el nombre a la playa.
Oyambre no solo encierra una amplia playa de arena blanca donde se funden la ría del mismo nombre y el mar Cantábrico y que los veraneantes de Comillas tienen como feudo propio, también es un Parque Natural compuesto por marismas y sistemas dunares.
Dicen que el curioso nombre de esta playa aislada de Suances le viene por un antiguo centro psiquiátrico que estaba situado frente al arenal, aunque hay quien asegura que los locos no eran otros sino los arriesgados jóvenes que se lanzaban desde el acantilado que la protege.
Es la hermana salvaje de la playa del Sardinero, una cala al abrigo de altos acantilados que se localiza entre Cabo Mayor y Cabo Menor.
Los Jardines de Piquío, una amplia zona ajardinada sobre un promontorio rocoso que se adentra en el mar, con numerosas palmeras y bancos, muchos de ellos situados de forma estratégica para contemplar el mar, separan la playa Primera y Segunda del Sardinero. Si la marea está baja ambas se unen, siendo posible pasar de una a otra.
Playa de La Arnía, en el municipio de Piélagos, se encuentra en un atractivo entorno rocoso. A la derecha, vista de la playa de Liencres, en el Parque Natural del mismo nombre, que encierra el campo de dunas vivas más rico y dilatado de toda la costa cantábrica. Un lugar donde priman los acantilados y los pinares.
La poderosa naturaleza del Cantábrico hace acto de presencia en esta playa aislada y enclavada en un entorno rocoso. Junto a ella se encuentra situada la ermita del mismo nombre.
En la costa de Trasmiera, a unos 3 km del pueblo de Ajo, el gran atractivo de este arenal es que está encerrado entre acantilados, cuyo acceso ha de relizarse recorriendo unos 300 metros a pie desde la playa de Cuberris.
No una sino dos son las playas que componen el arenal de Langre, uno de los mayores y más bellos de Cantabria. Más para la contemplación que para el baño, está partida por un puntal rocoso y protegida por un hemiciclo de paredes de 25 metros de altura.
La ciudad de Santander, en torno a un gran puerto natural utilizado desde antes del imperio romano, posee un entorno paisajístico privilegiado, con amplios espacios verdes y playas, destacando la zona de Mataleñas, Sardinero y La Magdalena, donde tuvo su residencia estival Alfonso XIII.
La pequeña cala enclavada en el municipio de Santillana del Mar, aunque próxima a la villa marinera de Suances, debe su nombre a una ermita situada en un curioso emplazamiento. Se encuentra en el interior de una cueva que se cree que fue habitada por algún anacoreta entre el siglo VIII y el X y solo es visitable cuando el mar está en calma y con marea baja.
También conocida como El Sable de Merón, es la playa principal de San Vicente de la Barquera e incluye El Puntal, El Rosal, Bederna y Peñas Grandes. Un arenal de cerca de cinco kilómetros, situado junto a la ría que abraza a una de las localidades cántabras con más tradición turística y marinera, que da cabida a todo tipo de público gracias a su gran extensión. Al estar situada en mar abierto, sus olas son un regalo para los amantes del surf.
En el municipio de Val de San Vicente, la ría de Tina Menor, la desembocadura del río Nansa en el Cantábrico se abre al mar entre dos montes escarpados, apareciendo al este la playa del Sable.
PLAYA DE COMILLAS
Entre los más ilustres veraneantes de Comillas, allá por el siglo XIX, el rey Alfonso XII. Con el tiempo la más variopinta nobleza fue eligiendo la villa como lugar de reposo, atraída por sus maravillosas playas donde se practicaban los famosos baños de ola.
La vertiente sur de la Península de La Magdalena ofrece un magnífico panorama de la bahía de Santander. En este lado se encuentran dos de las playas santanderinas: la playa de La Magdalena y la playa de Bikini, llamada así a finales de los años cincuenta por ser el primer lugar donde se pudo contemplar esta prenda en los cuerpos de las estudiantes y turistas extranjeras.