La bella señora Seidenman, de Andrzej Szczypiorski

Publicado el 21 junio 2011 por Quiquec
No es del todo habitual encontrarse con una obra como está caracterizada por estar, lo diré de entrada, excelentemente escrita y pobremente planificada. Realmente se hace difícil hacer una apreciación justa de este tipo de obra que en sí mismas son un contraste, una dicotomía entre la habilidad de expresión, recreación de un mundo particular frente a la notoria pasividad, lo intrascendente del libro.“La bella señora Seideman” se desarrolla en un escenario gastadísimo y sobre explotado, la Alemania nazi de la segunda guerra mundial, sobre esto no hay mucho que decir, excepto que para la primera edición de 1990 este ya era un tema explorado por demás.El retrato psicológico de los personajes es profundo, merito que hay que hacer notar, pues el sabor de la obra está ahí, lo digo como una advertencia para todos los lectores, en textos de este tipo es muy fácil confundir el plato principal con los entremeses. La obra en sí misma es agradable para leerse, para mostrar a una u otra persona, para filosofar ver y conversar. Una obra agradable pero aburridísima, prácticamente es el retrato de ese tiempo escrito en la novela, pues no hay mayor relevancia en ir adelante o atrás, en leer un pedazo u otro.Quien busca una trama interesante, no la encontrara, quien busca una descripción sincera de sentimientos, que le hagan vivir en carne propia aquello que sucede en la novela, que haga reír o llorar tampoco encontrara eso, ya que todo retrato de personajes está más bien circunscrito a lo mental, a los estados del pensamiento, racionalización de todo, a las justificaciones y a los cuestionamientos.Este libro más que una historia, es una opinión, una opinión política de lo que paso antes y de lo que puede pasar después, una advertencia acerca del cambio, del totalitarismo camuflado que perdura, del nuevo régimen que mejora sistemáticamente, se transforma, evoluciona. A la vez el libro habla de las personas, personajes anónimos en su mayoría, que extrañamente permanecen anónimos a pesar de la profunda exploración de los mismos, como si en sí mismos llevaran un vacío, una desolación de espíritu. De la misma manera, aunque completa en lo particular, la obra presenta una desolación de espíritu, mostrándolo todo sin mostrar nada, sin significar nada, solo un acto sin una verdadera posibilidad de ser interpretado, carente de sentido o trascendencia.
Calificación final: 6/10