La belleza de la Feria

Publicado el 25 febrero 2014 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit

Estar en la Feria del Libro de La Habana agota. Calor, muchedumbre, muchos metros para recorrer y pocos libros de nuestro interés. Klau y yo terminamos sentados frente a la puerta de salida, en espera de una señal para largarnos. Frente a nosotros desfilaban niños, adolescentes, hombres y mujeres, categorías todas muy caprichosas.

Entre tantas personas, justo detrás de nosotros, un peque de cuatro o cinco años desafiaba a la Feria con su rostro de explorador. Comía maní, y cuando se llenó la tripa, nos lo ofreció con un gesto que parecía decir “no miren tanto y coman, yo ya estoy lleno”.

No pudimos quitarle los ojos de encima. Su actitud ante el mundo nos tenía hipnotizados. Klau sacó la cámara y le robó el alma una y otra vez. Él ni se inmutaba, seguía mirando su libro, señalando imágenes mientras interrogaba a su abuela (o quizás era la madre) con la mirada. Su hermano (o primo) también compartía con él el descubrimiento de aquella obra.

Si tú eres fotógrafo de algún medio y ves a una muchacha con una cámara semiprofesional y además ves cómo el lente solo apunta a un niño, nadie puede acusarte por copiarle. “Si alguien propone una idea interesante, sería de necios rechazarla”. Con su gorra y su Canon se paró justo al lado de nosotros y comenzó a disparar.

Y entonces ocurrió algo extraño. Se nos quedó mirando algo temeroso, nos analizó del cogote hasta la rabadilla, vio nuestras credenciales y sacó su celular. “Pepe, abre eso ahí que ya tengo la foto del día, pa’ subirla pa’ la web”. Fue un grito; claro, entre tanta muchedumbre seguro no le oían bien y era necesario proyectar la voz bien alto, y que nosotros, la familia del niño y todos los interesados supieran de su logro: ya tenía la foto del día gracias a aquel niño síndrome down.