Al igual que el té verde, el Rooibos ayuda a combatir los radicales libres por su gran cantidad de flavonoides, unos potentes antioxidantes. Hecho que además lo convierte, junto a otros de sus componentes, en una solución natural para ciertos problemas de la piel como los eczemas, la urticaria, irritaciones, o las quemaduras solares. Se puede usar también como tónico facial. Existen muchas cremas que incluyen entre sus componentes el rooibos, ya que evita la sequedad de la piel, favorecen su elasticidad y constituyen una protección natural contra las radiaciones solares. Como curiosidad, en el INCI aparecería bajo el nombre de aspalathus linaris.
Su contenido en flavonoides también le convierte en un gran aliado en la lucha contra la arterioesclerosis y le confiere propiedades anticancerígenas y antienvejecimiento.
Debido a su importante aporte mineral, es una excelente bebida en el contexto deportivo, ya que ayuda a reponer las sales eliminadas durante el ejercicio.
Por su efecto relajante mejora el sueño, y ayuda a combatir las cefaleas y migrañas. Y no sólo eso, en Sudáfrica esta bebida se usa desde hace mucho tiempo para combatir la intranquilidad, el nerviosismo, así como los estados de ánimo depresivos.
¿Y en cuanto a su sabor? ¿De donde procede el sabor tan agradable del rooibos? De dos flavonas que hasta ahora no se han encontrado en ningún otro lugar de la naturaleza. Ambas sustancias, junto al amplio abanico de aceites esenciales que conforman la bebida, crean un cocktail natural de edulcorantes: los responsables de su sabor dulce y afrutado. A pesar de ello, no lleva azúcar.
Impresionantes todas las propiedades del Rooibos, ¿verdad? ¿Vosotras soléis tomar esta infusión? ¿Os gusta?