Rajoy y Ferderico TrilloA primera vista, parece improcedente comparar a Rajoy, un tipo de indiscutible perfil bajo, no hay que olvidar que el gran Peridis lo dibuja siempre, en El País, acostado en su cama, con un tío de un perfil tan activamente acusado como Berlusconi, pero las diferencias sólo son de carácter.En cuanto a sus respectivas éticas, o mejor escrito, falta de ética, el perfil de ambos personajes es el mismo.Decíamos ayer que los parámetros esenciales de la actuación política de Berlusconi eran:“1-la asunción de un descarado cinismo que se enfrenta a la opinión pública completamente convencido de que su dominio absoluto de los medios de comunicación no dejará que éstos actúen nunca en su detrimento;2-la más completa desmoralización de la práctica política que se pone al servicio de los intereses personales propios de la clase gobernante hasta un punto no conseguido nunca hasta ahora:”.Que el PP, partido que preside Rajoy, domina “velis nolis”, todos los medios de comunicación españoles menos Público, respecto al cual no lo hace en absoluto, y El País, cuya tendencia a una pretendida imparcialidad ha comenzado a resquebrajarse desde su cuasi adquisición total por una grupo usaniano, todos, absolutamente todos los demás medios de comunicación se hallan dominados plenamente por el partido de la ultraderecha.En estas condiciones, si Rajoy no asombra al mundo, organizando orgías y bacanales en las fincas privadas de estos plenipotenciarios sátrapas, es porque tales fiestas no le van en absoluto, dado su peculiar carácter, pero de lo que no puede quedar duda alguna es de que todo lo demás que perpetra Berlusconi lo hace también el ínclito pontevedrés, unido al italiano por ese puente de oro que representa su jefe ideológicopolítico que es el que le designó con su dedo para la presidencia que ostenta, Aznar.Si Berlusconi niega la luz del sol, a cada momento, diciendo que los jueces le persiguen, no menos hace nuestro Rajoy, bien directamente, bien a través de sus voces oficiales la Cospedal y la Santamaría, bien por ese demoníaco individuo con el cinismo suficiente para decir que Pérez Rubalcaba debe asumir las consecuencias políticas, o sea, dimitir, tal como hizo aquel ministro de justicia que se atrevió a cazar sin licencia, de los actos realizados por sus subordinados, en el caso Faisán, en virtud del inexorable principio jurídicopolítico de la “culpa in vigilando”, mientras que él, Trillo, no sólo no ha dimitido nunca de ningún cargo por haberse producido durante su mandato como ministro de Defensa el más denigrante de todos los episodios políticos de la reciente historia de nuestro país, el desastre del Yak 42, que condujo no sólo a la muerte, por su tacaña racanería de tolerar que se contratasen durante su mandato los peores aviones del mundo para el traslado de nuestras tropas, a unos 70 militares de toda graduación, sino que, después, con las prisas que le metía su jefe, Aznar, que pretendía acabar cuanto antes con aquel maldito asunto, cometió la sin par iniquidad de ordenar al jefe de los peritos que envió a Turquía para el reconocimiento y repatriación de todos ellos, que se liara la manta a la cabeza y sorteara a boleo tales identificaciones y se trajera los cadáveres de unos compañero de armas suyos, Trillo es también de profesión militar, en una vergonzosa mezcolanza de cuerpos destrozados, placas identificatorias trastrocadas, como luego se demostró tan cumplidamente que los jueces españoles, esos jueces que honran con su deferencia tan entrañable a la ultraderecha española, no tuvieron más remedio que condenar a pena de cárcel al general que Trillo envió, con sus órdenes más tajantes, a perpetrar uno de los episodios políticamente más repugnantes de toda la historia internacional de la infamia.Pues, bien, estos 2 tipos, Rajoy y Trillo, son los que claman en toda su prensa servil y canallesca, pidiendo la dimisión del ministro de Interior español actual, Rajoy también ocupó este ministerio y sabe perfectamente de qué va la cosa, por unos pretendidos hechos delictivos que un subordinado suyo presuntamente cometió en un caso judicial sobre el que todavía no sólo no se ha pronunciado sentencia condenatoria alguna sino que se halla en plena fase de instrucción por el tribunal competente, que, por cierto, ha rechazado, hace apenas unos días, la declaración del Secretario de Estado de dicho ministerio por considerarla absolutamente improcedente.O sea que tanto Rajoy, ex ministro de Interior, como su incondicional subordinado, Trillo, ex ministro de Defensa, durante el caso Yack 42, practican la táctica berlusconiana de mentir cínicamente, con todo el descaro del mundo, sobre una realidad inexistente mientras que hacen como que nunca rompieron un plato durante sus respectivas estancias al frente de ministerios en los que se cometieron los peores abusos de la historia universal de la infamia.O sea, berlusconismo puro y duro. Para que la identidad sea total, sólo faltan las "velinas" pero es que el uso y abuso de tales mozas se lo tiene prohibido a uno, Rajoy, su manera de ser y al otro, Trillo, su condición de miembro supernumerario del Opus Dei.
Rajoy y Ferderico TrilloA primera vista, parece improcedente comparar a Rajoy, un tipo de indiscutible perfil bajo, no hay que olvidar que el gran Peridis lo dibuja siempre, en El País, acostado en su cama, con un tío de un perfil tan activamente acusado como Berlusconi, pero las diferencias sólo son de carácter.En cuanto a sus respectivas éticas, o mejor escrito, falta de ética, el perfil de ambos personajes es el mismo.Decíamos ayer que los parámetros esenciales de la actuación política de Berlusconi eran:“1-la asunción de un descarado cinismo que se enfrenta a la opinión pública completamente convencido de que su dominio absoluto de los medios de comunicación no dejará que éstos actúen nunca en su detrimento;2-la más completa desmoralización de la práctica política que se pone al servicio de los intereses personales propios de la clase gobernante hasta un punto no conseguido nunca hasta ahora:”.Que el PP, partido que preside Rajoy, domina “velis nolis”, todos los medios de comunicación españoles menos Público, respecto al cual no lo hace en absoluto, y El País, cuya tendencia a una pretendida imparcialidad ha comenzado a resquebrajarse desde su cuasi adquisición total por una grupo usaniano, todos, absolutamente todos los demás medios de comunicación se hallan dominados plenamente por el partido de la ultraderecha.En estas condiciones, si Rajoy no asombra al mundo, organizando orgías y bacanales en las fincas privadas de estos plenipotenciarios sátrapas, es porque tales fiestas no le van en absoluto, dado su peculiar carácter, pero de lo que no puede quedar duda alguna es de que todo lo demás que perpetra Berlusconi lo hace también el ínclito pontevedrés, unido al italiano por ese puente de oro que representa su jefe ideológicopolítico que es el que le designó con su dedo para la presidencia que ostenta, Aznar.Si Berlusconi niega la luz del sol, a cada momento, diciendo que los jueces le persiguen, no menos hace nuestro Rajoy, bien directamente, bien a través de sus voces oficiales la Cospedal y la Santamaría, bien por ese demoníaco individuo con el cinismo suficiente para decir que Pérez Rubalcaba debe asumir las consecuencias políticas, o sea, dimitir, tal como hizo aquel ministro de justicia que se atrevió a cazar sin licencia, de los actos realizados por sus subordinados, en el caso Faisán, en virtud del inexorable principio jurídicopolítico de la “culpa in vigilando”, mientras que él, Trillo, no sólo no ha dimitido nunca de ningún cargo por haberse producido durante su mandato como ministro de Defensa el más denigrante de todos los episodios políticos de la reciente historia de nuestro país, el desastre del Yak 42, que condujo no sólo a la muerte, por su tacaña racanería de tolerar que se contratasen durante su mandato los peores aviones del mundo para el traslado de nuestras tropas, a unos 70 militares de toda graduación, sino que, después, con las prisas que le metía su jefe, Aznar, que pretendía acabar cuanto antes con aquel maldito asunto, cometió la sin par iniquidad de ordenar al jefe de los peritos que envió a Turquía para el reconocimiento y repatriación de todos ellos, que se liara la manta a la cabeza y sorteara a boleo tales identificaciones y se trajera los cadáveres de unos compañero de armas suyos, Trillo es también de profesión militar, en una vergonzosa mezcolanza de cuerpos destrozados, placas identificatorias trastrocadas, como luego se demostró tan cumplidamente que los jueces españoles, esos jueces que honran con su deferencia tan entrañable a la ultraderecha española, no tuvieron más remedio que condenar a pena de cárcel al general que Trillo envió, con sus órdenes más tajantes, a perpetrar uno de los episodios políticamente más repugnantes de toda la historia internacional de la infamia.Pues, bien, estos 2 tipos, Rajoy y Trillo, son los que claman en toda su prensa servil y canallesca, pidiendo la dimisión del ministro de Interior español actual, Rajoy también ocupó este ministerio y sabe perfectamente de qué va la cosa, por unos pretendidos hechos delictivos que un subordinado suyo presuntamente cometió en un caso judicial sobre el que todavía no sólo no se ha pronunciado sentencia condenatoria alguna sino que se halla en plena fase de instrucción por el tribunal competente, que, por cierto, ha rechazado, hace apenas unos días, la declaración del Secretario de Estado de dicho ministerio por considerarla absolutamente improcedente.O sea que tanto Rajoy, ex ministro de Interior, como su incondicional subordinado, Trillo, ex ministro de Defensa, durante el caso Yack 42, practican la táctica berlusconiana de mentir cínicamente, con todo el descaro del mundo, sobre una realidad inexistente mientras que hacen como que nunca rompieron un plato durante sus respectivas estancias al frente de ministerios en los que se cometieron los peores abusos de la historia universal de la infamia.O sea, berlusconismo puro y duro. Para que la identidad sea total, sólo faltan las "velinas" pero es que el uso y abuso de tales mozas se lo tiene prohibido a uno, Rajoy, su manera de ser y al otro, Trillo, su condición de miembro supernumerario del Opus Dei.