¡Sangre! ¡Sangre! ¡Sangre!
Sangre en los ancianos.
Sangre en los jóvenes.
Sangre en la infancia.
Sangre que corre por las venas cual río carmesí.
Se desliza por la piel, por el pelo, por el alma…
Sangre musculada.
Sangre desvertebrada.
Sangre venal para unos pocos y gratuita para una mayoría creciente.
La vida se apaga, da unos últimos coletazos pero no importa. Todo indica que va a llegar a su fin, que el encierro de terror va a acabar con la vida tan preciada y tan costosa que a una hembra le ha costado gestar y parir.
Un cuello desligado de su cuerpo, de su vida; vida que termina como espectáculo macabro de una cultura de apología a la violencia.
A la sangre.
Abuelos, padres, hijos…
Sangre derramada en el ruedo, ocio soberbio que se cree legitimado a finar con una vida.