Durante la Transición, y avanzada la democracia, el diario El País se convirtió para cuantos nos dedicamos en España al mundo del periodismo en poco menos que la Biblia. Cualquier proyecto que surgiera, buscaba parecerse al impulsado en nuestro país en los últimos tiempos del régimen de Franco. El nacimiento de aquel periódico en 1976, con un joven director al frente, que incluso protagonizaba el anuncio televisivo que daba cuenta del feliz alumbramiento, supuso un antes y un después en la prensa escrita española.
Juan Luis Cebrián, con tan solo 32 años, pilotó aquella nave con maestría y solvencia suficientes para situar su cabecera al frente de todos registros de difusión. Durante muchos años, El País fue un negocio altamente rentable para sus promotores, lo que permitió, desde su pingüe cuenta de resultados, explorar otros campos. Sin embargo, la crisis larvada hace un decenio, que se llevó por delante como las riadas cuanto encontraba a su paso, también ha amenazado al trasatlántico de la prensa española. Alguien dijo una vez, quizá con suficiente argumentación, que la información como tal dejó de interesar cuando se descubrió que era un negocio. El País ha sido referente de varias generaciones en España y en los últimos años, como los enseres que se lleva la corriente de agua descontrolada, amenaza con acabar rebozado en barro y lodo.
El propio Cebrián explicó en su día a la representación laboral del diario las motivaciones para activar un Expediente de Regulación de Empleo, con algunas perlas cultivadas que no sé muy bien si surgieron de su provecta intuición o tan solo de que este hombre se nos está haciendo mayor. Porque decir que la tercera edad en el periodismo comienza a los 50 años o que la gente del periódico tenía que dejar de acostumbrarse a vivir bien, no dejarían de ser sendas boutades si no las hubiera pronunciado un tipo que hoy tiene 72 años y que todavía gana al año una cantidad de dinero estratosférica como presidente-ejecutivo de la empresa editora.
Asistir a la ceremonia que se está viviendo en El País produce tristeza a la profesión, máxime cuando aún sigue siendo un diario de referencia en el que casi todos hemos bebido. En sus páginas está escrita la historia de España de los últimas cuatro décadas por un puñado de profesionales que, razones ideológicas y editoriales aparte, han marcado el camino de muchos de los que abrazamos una profesión que alguien calificó como casi un sacerdocio.
[eldiario.es Murcia, 8-9-2017]