La interpretación doctrinaria que se le debe dar a la Biblia varía según la Obediencia Masónica y la época que se considere: la Masonería anglosajona prescribe que la Biblia constituye la voluntad revelada de Dios y por lo tanto es necesaria la creencia en ella y el compromiso religioso subsecuente; algunas Obediencias francesas consideran, en cambio, que la Biblia constituye un símbolo propio de la decoración de la Logia. Otras Obediencias, como el Gran Oriente de Francia, prototipo de las Masonerías laicistas, proponía colocar un libro en blanco para no determinar ninguna creencia en particular a sus miembros; dentro de esta misma Obediencia hubo tentativas de colocar como Volúmen de la Ley Sagrada (vide) a la Constitución Francesa suponiendo que es la Ley común a todo ciudadano, extremo éste que constituye, técnicamente, una profanación masónica, es decir, la introducción de elementos externos dentro de la Logia. Por otra parte, existen Obediencias Masónicas para las cuales la presencia de la Biblia, junto con la Escuadra y el Compás, son la condición “sine qua non” para poder abrir los Trabajos con regularidad iniciática y todo ritual ejecutado sin la observancia de esta regla sería inválido, ineficaz y desprovisto de todo carácter masónico. En países del Cercano Oriente y del Asia, zona de confluencia y contacto de diversas religiones, junto con la Biblia, se colocan en los altares de las Logias los Libros Sagrados propios de las distintas religiones a los que pertenecen los miembros figurando así la Torá, el Bhagavad Gita, el Corán, etc. . De este modo, por ejemplo, la Logia “Singapur” Nº7178 contaba con no menos de seis Volúmenes de Ley Sagrada sobre su altar.
Jorge F.Ferro