Y es que todo el libro se estructura, por decirlo de alguna forma, en una serie de pequeños párrafos, de pequeñas frases, que siempre empiezan con un ´Me acuerdo…´, que, como en una especie de invocación, hacen aflorar los recuerdos, las memorias de ese tiempo pasado que siempre corre el riesgo de perderse.
Esa aparente sencillez con la que se despliega el libro esconde un muestrario de obsesiones y de primeras veces (sexo, borracheras, amores…), de la vida en la escuela / instituto, de las primeras novias, de los primeros novios, del amor, del desamor, del mundillo del arte… y de las primeras frustraciones y de las últimas alegrías.
En este libro todo tiene cabida, desde las sentencias más profundas hasta los comentarios más frívolos. No hay grandes historias, pero si hay historias mínimas, cotidianas, de las que todos hemos vivido o viviremos.
Joe Brainard escribe sus particulares memorias, o anti-memorias, deslavazadas e inconclusas, como fragmentos anecdóticos de una vida desordenada, que retratan una vida apurada al límite y sin ataduras y, a la vez, un repaso de la historia reciente de los Estados Unidos, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los setenta, época en la que Brainard publicó su libro.
Entre lo cómico y lo surreal, entre lo entrañable y lo intimo, se mueve este ´Me acuerdo´, que consigue empatizar con el lector desde el primer momento, y que logrará, a partes iguales, arrancar una sonrisa y conmover, todo en la misma página.
Aquí van unas muestras de su `particular` estilo:
Me acuerdo de muchos primeros días de colegio. Y de ese sentimiento de vacío.
Me acuerdo de una placa colgada en la pared encima del televisor que decía «Dios bendiga nuestra casa hipotecada».
Me acuerdo de algunas experiencias sexuales precoces y de las rodillas desolladas. Estoy convencido de que el sexo ahora es mucho mejor que antes, pero echo de menos las rodillas desolladas.
Me acuerdo de que me preguntaba por qué, ya que era gay, no era una niña.
Me acuerdo de cuando (fumado) el pensamiento más profundo del mundo se te evapora antes de encontrar un lápiz.
Me acuerdo de una vez en que mi madre hizo desfilar a un puñado de mujeres por el baño mientras yo estaba cagando. ¡Nunca he sentido más vergüenza en toda mi vida!
Me acuerdo de encender el cigarro por el filtro cuando estás intentando parecer «enrollado».
Me acuerdo, luego, de algunos besos. Y de, finalmente, reunir el valor para meter mi lengua en su boca, pero (¿qué viene ahora?) (¡socorro!), y entonces fue todo meter y sacar, meter y sacar, hasta que empezó a parecer un poco raro y comprendí entonces que era un pardillo.
Me acuerdo de intentar imaginarme de qué va todo esto. (La vida.)
Me acuerdo de esas veces en que no sabes si estás muy feliz o muy triste. (Los ojos llorosos y el corazón alegre.)
Este libro se ha convertido en una obra de culto, sirviendo de inspiración a muchos artistas, como los escritores George Perec o Juan Bonilla, la dibujante libia Zeina Abirached (`Me acuerdo`, Sins Entido, 2009) o el actor Marcelo Mastroianni para su autobiografía. Sin embargo, fue el poeta y amigo Kenneth Koch quien lo empezó a utilizar como método para enseñar poesía.
Así que aquí va el reto. Copiando una idea que he visto en un blog, concretamente en blogdeadolfo.wordpress.com, ¿os atrevéis a escribir vuestros propios `me acuerdo´? Os aviso, parece fácil.
Me acuerdo de…
Me acuerdo
Joe Brainard
Traducción de Julia Osuna Aguilar
Madrid: Sexto Piso, 2009. 146 p.
ISBN: 84-96867-45-1