Es la primera película rodada en Arabia Saudí. Y está dirigida y escrita por una mujer. De entrada, son dos grandes columnas que pueden aguantar cualquier naración sólo por la forma. Pero no. Haifaa Al Mansour cumple la promesa: exportar historias de su país al extranjero, que se conozcan, que se sepan, que se sientan.
Esa bicicleta que todo niño quiere… soñar con ella es la premisa de este filme, que juega en un terreno allanado por su protagonista, la joven Waad Mohammed, que hace una interpretación minuciosa de la pequeña pero gran rebelde Wadjda. Una niña oprimida por la sociedad árabe que le impone reglas que no entiende y prohibiciones que no conoce: las bicicletas son cosas de chicos. Su madre, pendiente de que su marido no encuentre otra mujer con la que casarse, se resiste a comprarle el objeto de su deseo por estar mal visto. A Wadjda se le presenta una oportunidad: deberá aprender a recitar el Corán a la perfección para ganar el premio de un concurso del colegio, con el que podrá comprarse LA bicicleta.
La cinta refleja la realidad de la opresión de la mujer tan fielmente -a la angustia- que por momentos funciona más como documental que como cuento con moraleja, que es lo que es. El mérito reside en el logro que supone, no sólo ser la primera directora saudita que graba en su país un filme, sino en hacerlo y que, además, sea uno reivindicativo que, más que acallar voces, levantará miradas. Y velos.