Alberto T. Estévez, Proyecto Barcelona Genética. (Vía).Trabajamos con el Proyecto Barcelona Genética, cuyo fin es disponer para la ciudad y las casas de luz no eléctrica y natural, obtenida al introducir determinadas proteínas luminiscentes en el ADN del arbolado urbano, en el cloroplasto de las plantas ornamentales domésticas, en la vegetación de los márgenes de autopistas y carreteras... La bioluminiscencia sustituirá al alumbrado artificial. De eso no hay duda. Si no lo hacemos nosotros primero lo harán los chinos, que ya cultivan arroz genéticamente tratado para resistir al agua salada (de pronto el gran problema de la humanidad que es el agua deja de serlo...), o los finlandeses, que tienen una inversión en investigación cinco veces mayor a la nuestra. Nos faltan esos millonarios que hacen que el turismo espacial deje de ser una utopía de ciencia ficción y pase a ser una realidad todo lo convencional y aburrida que ellos quieran (...) Está claro que la reducción del consumo eléctrico mundial y sus accesorios serán espectaculares. Para hacerse una idea, Barcelona, ciudad de bien poca superficie por su alta densidad, tiene un gasto anual, tan sólo por el mantenimiento de sus farolas (arreglar las estropeadas, repintarlas, etc.), de diez millones de euros, además del consumo eléctrico durante toda la silenciosa y desierta noche. Y esto multiplicado por las ciudades de los cinco continentes. La cifra es absolutamente astronómica. Ciertamente, la ciencia ha superado a la ficción y la utopía de hoy es la realidad de mañana.