«Bendición a los humanos es el silencio de los animales, pues son testigos mudos de abominaciónes naturales y no naturales que caminan sobre la tierra desde épocas inmemoriales»
Saint.
La noche transcurría calmada entre las risas de quienes me hacían compañía, yo decidí mantenerme sobrio y hacer de guardia, contemplaba la blancura teñida de tonos grisáceos de la luna mientras el susurro de la brisa nocturna de Breheimen hacia de fondo musical, era un espectáculo hermoso. Soy amante de pequeñeces, cosas que otros pasarían por alto a mis ojos y sentidos crean un éxtasis de sensaciones y aquel paisaje, aquel aroma de leña, la fogata, las risas todo pintó en mi mente un surrealismo divino, lo que me traía una repulsión inexplicable era cuando dirigía mis ojos al Hestdalshøgdi, de noche parecía tan oscuro y no me refiero a lo obviedad de la oscuridad nocturna sino a su propia presencia pues emanaba algo que mi espíritu rechazaba pero que mis ojos querían seguir mirando, la tonalidad negruzca en contraste con la luna y la blanca nieve jugaban papel importante en aquella delirante imagen. Me perdí en una despersonalización, una alteración de la percepción que afecta tus sentidos y la realidad misma. Me hallaba allí, contemplando la misma luna, el mismo cielo pero mi perspectiva era esta vez desde el Hestdalshøgdi inclusive pude ver el humeante rastro de la hoguera que ascendía entre los ancestrales abetos que nos rodeaban, me desplacé lentamente entre lo que parecia ser una antigua edificación que no coincidía con el lugar ni con la época, estaba hecha de un tipo de madera que no reconocí pero lo más llamativo, lo más extraño era lo había allí dentro, generaba repulsión, era una escena tan blasfema y retorcida que incluso para mí de estómago fuerte me generó una incomodidad poco común.
–¡Eh, despierta tío!–me susurró Lurst frunciendo el ceño y me apretaba fuertemente la mano mientras que con la otra sutilmente me hacía seña que me mantuviera en silencio.
–¿oyes eso?
–¡No oigo nada! Ve a dormir, tuve un mal sueño o es lo que quiero creer y tenemos que levantarnos temprano. Sostuve mientras lo miré con una mirada de terror.
–Exacto ahora lo entiendes–respondió Lurst con los ojos excesivamente abiertos. no hay ruido en absoluto y eso es precisamente lo que empiezas a notar. Esto es demasiado raro, estamos en medio del bosque y no hay brisa ni ruido a nuestro alrededor y eso no es lo más extraño. Asoma la cabeza y mira hacia afuera.
–¿pero que demonios? Maldije mientras mi compañero me tapaba la boca y se cubría de igual forma la suya como evitando gritar de espanto.
La luna, las nubes, nuestra fogata incluso el humo, todo estaba detenido cómo cuando le pones pausa a algún video, pude ver una estrella fugaz detenida justo en el aire, pero lo más estremecedor, lo que más escalofrío me daba era que el paisaje estaba invertido como si estuviésemos de cabeza y ese maldito silencio ensordecedor como si nos hallaramos en un vacío.
—saldré les avisaré a los otros. Esto tiene que ser una broma—me mentía a mi mismo sólo para no sucumbir ante tan bizarro acontecimiento.
—¡Espera! no sabemos lo que está pasando—suplicó Lurst cómo tratando de evitarme una desgracia mientras tomaba mi brazo con tal fuerza que sentía que perdería el mismo. Antes de venir acá leí sobre algo y lo volví a oír en el bar justo antes de encontrarnos. Estaba tomando whisky mientras que algunos ancianos pues que a primeras te dan la impresión de ser charlatanes hablaban sobre cierto día, en cierta parte del bosque y en determinados momentos del año que «eso» se manifestaba.
—¿de qué hablas? ¿Qué es eso de lo que me hablas? Cuestioné a Lurst mientras cerraba la entrada de la tienda de acampar separando aquella escena fuera de este universo de nosotros.
—Nunca dijeron algún nombre, sea de lo que sea que estuvieron hablando usaron la palabra «Eso» como si se tratase de su nombre. Y ahora que lo recuerdo también mencionaron que cuando uno se daba cuenta de «Eso» ya era demasiado tarde.—concluyó mi amigo mientras sudor le corría su rostro pálido.
Empecé a meditar y recordé a nuestro casi desconocido que aún su historia era un misterio pues nadie se aventura por estos bosques solos, generalmente se vienen en grandes grupos, los más osados vienen en pares pues ya tienen cierta experiencia sobre bosques y cacería pero desde que rescatamos a Saint o como se llame no ha sido muy comunicativo y no ha mencionado nada sobre su grupo o anterior compañero.
Mientras trataba de darle una explicación lógica a lo que estaba ocurriendo sólo la mirada de Lurst me recordaba que era real, todo esto no podía ser un sueño. Su expresión era de unos ojos que parecían no parpadear, pupilas dilatadas y jadeaba constantemente y movía los labios frenéticamente como diciendo algo ininteligible, traté de obviarlo y mantener la cordura.
Un sonido desgarrador como de una criatura cuya garganta debía ser increíblemente grande retumbó por el claro, pude sentir tal potencia de voz en mi pecho como si fueran bajos, Lurst estaba en posición fetal llorando presa del pánico, las lágrimas le brotaban a chorros entre sollozos , el sonido continuó y a su vez oí como los pinos eran arrancados como insignificantes arbustos de raíz y volaban por encima de nuestra tienda, creí que alguno caería sobre nosotros.
Tuve un conflicto interno pues una parte de mi insistía en que debería quedarme dentro de la tienda para estar «a salvo» como cuando niños nos arropabamos de pies a cabezas otorgándole un poder absoluto a la tela de la frazada ignorando cuan frágil era en realidad y esa tela «anti-monstruos» nos protegía pero esto no, esto era distinto, lo que sea que pudo arracancar esos árboles no necesitaría mucho esfuerzo para borrar esta tienda, y ese pensamiento taladraba mi mente, así que contra toda mi voluntad traicioné mi propia determinación y me dispuse a salir, allí fué cuando.