La boda de Rebeca y Nacho

Publicado el 30 abril 2014 por Palaciomontarco

La historia de Rebeca con el Palacio de Montarco es la de un flechazo, “un amor a primera vista”. Tanto fue así que cuatro años después, cuando ella y Nacho decidieron casarse, no tuvo ninguna duda sobre cuál sería el escenario de uno de los días más importantes de su vida juntos.

Tras seis meses de preparativos y nervios, -”siempre en cada momento ahí estaban Sheila y Carmen, de Palacio”-  llegó el 15 de septiembre de 2012 y “todo estaba mucho más que perfecto”.

Los dos decidieron arreglarse ese día en las suites del Palacio.  A Rebeca le maquilló su cuñada Elisabeth y le peinó su amiga Caty. “Con ella viví uno de los momentos mas bonitos e íntimos de ese día…. Entre Caty y mi hermana (y madrina de la boda) me vistieron, fue un momento mágico, cuando me pusieron el velo y las dos se echaron a llorar al verme vestida de novia”, nos relató Rebeca al recordar ese día.

Ella misma se encargó de diseñar los dos vestidos que lució en su boda, regalo de sus hermanos, y confeccionados por su hermana. El velo, prestado por una amiga, se lo colocó Caty en forma de pirata y al quitárselo se peinó con un recogido trenzado y un tocado también diseñado por la propia Rebeca. Como únicas joyas llevó la última pulsera que se compró su madre -fallecida un año antes- y que nunca pudo estrenar, y unos pendientes de nácar y oro de Tous, como las alianzas.

Antes de la ceremonia decidieron hacerse fotos en el Palacio. “Nacho esperaba mi llegada a los pies de la escalinata y ése fue el momento en el que nos encontramos… allí estaba, de pie y de espaldas a mí, tan guapo y tan nervioso… no tengo palabras para describir este instante”.

En el claustro, decorado con flores y mobiliario vintage, les esperaba una sorpresa. “Carmen me decoró el pozo con velas y flores con los colores de mi boda”.

No sería la única… Al bajarse del coche para la ceremonia civil le esperaban los dulzaineros de Fuentesaúco “que nos pusieron los pelos de punta”.

Su suegro y padrino de la boda fue el encargado de acompañarla del brazo al claustro, donde todos los invitados le esperaban expectantes.

La ceremonia fue muy emotiva. La hermana de Rebeca y un amigo leyeron unas cartas “que nos encogieron el corazón a todos”, luego ella dedicó “unas palabras de agradecimiento a todos, de recuerdo a mis padres” y también a Nacho.

Tras la ceremonia, “el cóctel fue un éxito, todo estaba riquísimo e impecablemente presentado”, según nos aseguró Rebeca. La vista de la catedral puso la guinda.


Luego llegaría el momento del cambio de vestido y la cena servida por DeCuatro Catering. Rebeca se encargó personalmente de cada detalle de la boda: preparó tarjetas de agradecimiento en forma de mariposa para cada uno de los invitados; como los meseros puso fotografías de ellos con títulos de canciones de Joaquín Sabina, y hasta “a mi sobrino le sorprendimos con una tarta y le cantamos cumpleaños feliz…..y todo esto fue posible gracias a que en ningún momento nos intentaron convencer de que algo no era posible, todo lo contrario. El equipo del Palacio se volcó en hacer realidad nuestros deseos”.

Finalmente, uno de los momentos más espectaculares de la noche: el momento del primer baile. Con el claustro iluminado sólo por velas, en un ambiente absolutamente mágico e irreal,  Rebeca y Nacho bajaron la escalinata del Palacio y bailaron Noches de boda rodeados de todos sus invitados.

“Pero mi historia con el Palacio no termina aquí, porque después de esto puedo decir que un trocito de mi corazón esta allí, con todas las personas que formaron parte de ese equipo que hizo posible que todo saliera perfecto…”.

Rebeca, Nacho,  el sentimiento es mutuo. Muchas gracias por haber querido compartir con nosotros un día tan maravilloso y haber llenado de alegría los muros del Palacio.

Fotos: Emilio Studio