Fue la boda de Fran Rivera y Eugenia Martínez de Irujo (aka la miniduquesa). Una boda que era el acabóse, con la novia vestida de princesa medieval, su hermano vestido de domador, la madre del novio chupando cámara con mantilla azul...:
... y Mar Flores con escotazo, y la infanta de limón con el que entonces todavía era su marido y hasta Belén Esteban con el tabique nasal en su sitio y con Jesulín de Ubrique...
Aquella boda era el vórtice del universo. Todo el mundo estaba ahí.
Este fin de semana el minitorero se ha vuelto a casar y, ¿ha estado su nueva boda a la altura de la anterior?
La boda del minitorero con la miniduquesa fue la fantasía hecha realidad del editor jefe del Hola. Pero La Boda del Torero 2, como todas las secuelas, ha quedado sosa. Es más digna del Telva, con pocos invitados, poco escándalo y mucho pijerío sevillano.
Aún así, me he gastado mis dos buenos euros en comprar el Hola, y ahora toca rentabilizarlos.
Analicemos la boda en cuestión:
La novia, niña bien sevillana, muy mona y muy rancia. Tiene eso que se denomina "belleza clásica" y que significa que serías guapa en cualquier otro siglo y que sueles llevar el pelo largo y no te lo tiñes. Os desafío a encontrar una foto en la que no esté mirando arrobada a su marido el minitorero. Ex abogada (porque estudiar derecho es una de las dos cosas que hacen las niñas bien en Sevilla y en el Upper East Side), ahora diseña moda junto a su hermana. Porque ser diseñadora es la otra cosa que hacen las niñas bien.
Por supuesto, el vestido de novia se lo ha diseñado ella. Y se nota. Atención al detalle de los cristalicos colgando de las mangas y del pecho. Que se compró una pistola de ésas para pegar tachuelas y piedrecitas a los vaqueros allá por los 90 y se ha dicho: tate, que la puedo usar otra vez. Otras fuentes, sin embargo, aseguran que los cristalitos en cuestión son piezas de una lámpara de araña.
El novio, que tiene la mayor colección de americanas azul marino de toda Sevilla, y puede que incluso de todo el mundo occidental, iba como siempre, vestido de señor mayor.
¿Y los invitados?
Pocos, pero mal vestidos, diría yo así a bote pronto. Sibi, la hermana de la novia y socia en su emporio de la moda, iba vestida de diosa griega choni. Me apuesto una tableta de Milka Choco Swing a que el diseño es suyo.
El torero Morante de la Puebla debe pensarse que si se corta el pelo le pasará como a Sansón, que se le irá la fuerza y lucía greñas a lo Camarón. Lo de su pareja, no sé, ¿es un vestido o una escultura de Chillida?
Los hermanos del novio, esa demostración viviente de lo cruel que puede ser la naturaleza, iban a su estilo. Cayetano guapísimo con el traje de pingüino, aunque podría haber ido de lagarterana, que seguro que también iba guapo. Kiko DJ lucía un traje gris como de director de sucursal de Caja de Ahorros. Para que se note que tiene menos de 50 años y que es dj, se plantó una gafas de espejo muy prácticas y que las invitadas usaron para retocarse el maquillaje.
La mejor, por ir a su bola y por salirse de ese "quiero ser elegante y sofisticado, pero no me sale", generalizado, fue María Jiménez. Vestida con el blusón que se suele poner para bajar a la playa:
La hija del minitorero iría muy elegante si en vez de 15 años tuviera 45. Pero bueno, se lo pasamos por alto porque se la ve mona, incluso bajo el pixelado. De la misma forma que a Andreíta "coñocómeteelpollo" se la ve fea, hasta pixelada, se nota que Tana va a ser un pibón, y me apuesto otro Milka a que así será.
El resto de invitados eran más toreros, miembros de Siempre Así y los Morancos. Todo moderno y actualísimo.
El convite, por eso de darle un toque de color (según los novios) o de tener excusa para entregar un facturón (según el wedding planner), fue temático. Que anda que no hubiera sido precioso que todo el pijerío sevillano de repente se viera rodeado de camareros vestidos de elfos o de la tropa imperial de La Guerra de las Galaxias. Pero no. Era temático en otro rollo. Rollo hindú.
Si Andrea "no sin mi foulard" Casiraghi es el rey de lo jipiji, el minitorero y la diseñadora han patentado el término pijindú. Consiste en disfrazar a los camareros con saris y turbantes y poner mucho colorín en los manteles del banquete. Y ya.