[7/10] Cine y Ópera se dan la mano en “La Bohème, de Puccini”, y el compositor italiano le presta la música a Robert Dornhelm para que ponga en imágenes este romance dramático y pasional. Las figuras principales son nada menos que las de Anna Netrebko para Mimí y Rolando Villazón para Rodolfo, que dan sus voces y su alma al director para contar una historia de seducción y enamoramiento, de celos y arrepentimiento, de pobreza y muerte… en una mísera buhardilla o en las calles nevadas de París. Un drama romántico –en el sentido más profundo del término– donde los idealismos de unos artistas bohemios se mezclan con la pasión y la piedad, y donde el sentimiento de culpa por no ser capaz de frenar la muerte del amado se transforma en un grito desgarrador y en una huida en la desesperación… para volver después a recordar aquel primer encuentro que el destino y la pillería permitieron.
El peligro de una propuesta como ésta es que no supere el estadio de ópera filmada, que se reduzca a una historia mínima en la que lo importante es la música y su interpretación. Nada de eso sucede en la película de Dornhelm, que realiza una cuidada y muy cinematográfica planificación, con una cámara que agranda el espacio de una reducida buhardilla, que trasmite todo el drama que pueden recoger unos primeros planos, o que crea unas superposiciones y trasparencias llenas de vida y sentimiento. También es hermosa la fotografía que nos ofrece Walter Kindler, con juegos del color y del blanco y negro llenos de significado, y una ambientación que nos traslada a los umbrales del siglos XIX. La puesta en escena es, sin duda, teatral y operística con movimientos contenidos y coreográficos de los intérpretes, reduciendo la acción a un desarrollo mínimo y pausado, y respetando la estructura de los cuatro actos y la unidad espacial… pero estamos hablando de Puccini y no de Hollywood.
La calidad musical de los intérpretes es soberbia e incuestionable, como no podía ser de otro modo, mientras que su trabajo actoral tiene licencia del espectador para derivar hacia una marcada gesticulación y expresividad… porque el canto así lo exige. Los diálogos son necesariamente parcos de palabras pero llenos de fuerza e intensidad, y todo el drama y amor que sienten queda reflejado en esos arrebatos tan sinceros como pasionales. Si el primer acto tiene todo el candor del coqueteo y la complicidad de dos enamorados que descubren su inclinación, en el segundo asistimos al toque cómico a costa del viejo ricachón que termina pagando la cuenta del restaurante, y en el tercero nos asaltan los celos y el dolor de la enfermedad –tuberculosis, como debe ser– para sentir el fuego entre la nieve. El acto final, de nuevo en la buhardilla, supone el éxtasis de amor y la agonía de dolor que se funden en el corazón de la pareja enamorada, con un clímax en blanco y negro que la cámara recoge en plano/contraplano en un instante inefable… para después sobrevenir la paz para la eternidad.
Ante esta propuesta de la cartelera, el espectador no entendido o habitual de la ópera puede sentirse retraído a asistir a su proyección. Pero sería un error despreciar esta oportunidad de gozar de esta gran película, de sentir la fuerza de su historia y vibrar con las voces que le dan vida, de deleitarse con la hermosura de todos los elementos del diseño de producción. Al ser cantado el texto en su integridad resulta necesario no tener aversión a la ópera, pero basta con sensibilidad y gusto por lo artístico para que merezca la pena su visionado. Quien decida ir a verla, asistirá a un precioso canto al amor, a dos o cuatro voces, porque cuando las dos parejas de enamorados cantan a coro… entonces parece que el alma de Mimí es bella, ya sea a la aurora o al atardecer, y que ha subido al cielo para siempre… como muestra ese travelling ascendente final.
Calificación: 7/10
En las imágenes: Fotogramas de “La Bohème, de Puccini” – Copyright © 2008 Betacinema, MR TV-Film y UNITEL. Distribuida en España por Karma Films e Isaan Entertainment. Todos los derechos reservados.