Final de temporada. La afición malagueña, a la cual (perspectiva de onda expansiva) animo a convertirse en malaguista, encara el futuro con ánimos renovados. Ha sido una temporada dura. Esta es mi primera temporada como “ojeador” boquerón y, hemos de confesarlo, tenía en perspectiva hacerme abonado a la Segunda División para lanzar estos denotadores.
Lo que no mata engorda, dice la sabiduría popular. Visto con la perspectiva del sufrimiento vivido, quizás sea positivo que las cosas hayan transcurrido así. Pellegrini parece haber encontrado la tecla que tanto parecía resistírsele. Mejor encontrarla ahora y seguir adelante que haberla tenido y perderla en caída libre.
De modo que sea bienvenido el futuro. Botella medio llena.
Uno de estos días leí a un colaborador periodístico (hablando del Real Madrid por supuesto) que los finales de temporada, aunque ésta haya transcurrido por senderos escabrosos, hay que jugarla a tope porque la inercia nos hará iniciar la siguiente temporada con ese saldo positivo.
Lo que queda ahora es hablar de fichajes. En el Jeque confiamos. A la buena cabeza de Antonio Fernández nos encomendamos. Tiempo habrá, y de sobra, para hablar de incorporaciones.
Fiesta popular, botellón de alivio, medio lleno, repito. Aunque llegue el Barça A suplente y el B competitivo. Que no se diga que fue un día de abstención mayoritaria.