Lo intentó con todo lo que pudo. Para empezar bajó las temperaturas hasta que se pelaron de frío. A continuación llamó a la lluvia, y la hizo caer fuerte y abundante. "Jua, jua, juaaaa" reía la malvada bruja.
Pero al ver que aquello no conseguía borrar la sonrisa de las caras de los afortunados padres, la bruja piruja se enfadó, pataleó y rabió. Después se dio la vuelta, ofendida, se subió a su escoba y se fue volando.
Además, como por arte de magia, apareció en el vestidito de cada galleta el nombre de la niña.
Todos los adultos que habían asistido al bautizo quedaron hechizados con aquellas galletas. Pero, justo antes de irse, el hada miró a los niños que había allí y lanzó un nuevo hechizo. Al momento aparecieron unas galletas infantiles de Mickey y Minnie, y las caritas de los niños se iluminaron. Entonces el hada sonrió satisfecha y desapareció...