"Se sobrevive calibrando correctamente la brújula del miedo" - dice Michael Moore-. Y no le falta razón. Ya hemos hablado del miedo, de sus muchas connotaciones y sus dispares interpretaciones, de sus influencias, de lo que domina nuestras acciones, de... Pero, en esta ocasión la presentación es distinta. El miedo es imprescindible para la supervivencia, es un motor sin el cual no se habría superado la mayoría de logros sociales que hoy se dan por nimios o anacrónicos. El miedo es, sin duda, una especie de brújula, aunque no tiene Norte. Ahí la cosa se complica. Calibrar sin referencias es como una cita a ciegas. Grandes expectativas que muy probablemente nunca llegarán a cumplirse. -¿No han tenido nunca una cita a ciegas? Vaya por dios-. En fin, Los antiguos se guiaban por las estrellas, pero no sirven para guiar al miedo hacia su propio control. Si los extraterrestres estuvieran aquí nos habrían comido, simplemente por el hecho de haber llegado de tan lejos. Así es como el miedo guía nuestras ilusiones: destruyéndolas. En las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado esperaban en "bolas", o sea, "en pelota picá" la llegada de los extraterrestres en el desierto de Nevada en los EE.UU. Hoy nos darían miedo porque nos van a ver como ganado para su consumo. ¿Se puede creer en lo que no existe? ¿O simplemente se siente temor? Es la brújula del miedo. Y hay que calibrarla para no ser infeliz sin remedio.