No me canso de leer historias sobre la Segunda Guerra Mundial o simplemente ambientadas en la época. Este conflicto bélico siempre genera en mí las ganas de lanzarme a por la lectura y es que, a pesar de que el tema esté muy trillado, en casi todas encuentro algo por lo que merece la pena volver una y otra vez a aquellos años, así que no es de extrañar que en cuanto vi, hace unos meses, esta novela entre las novedades ardiera en deseos de ponerme con ella. Hoy os hablo de La buena gente.
Mi opinión
La que fuera la casa de veraneo de la familia Eberhardt se ha convertido, huyendo de los bombardeos que acosan Berlín, en el refugio de las mujeres de dicha familia. Edith junto a su hija Marina y sus nietas se ha mudado al pequeño pueblo de Blumental, mientras que Oskar, su marido, se ha quedado al lado del Fhürer al frente de su puesto en el Estado de Economía. Pero a pesar de lo idílico de los paisajes y de la aparente familiaridad de sus gentes, no todo es fácil, el ambiente enrarecido se respira en cada esquina y no todos pueden cerrar los ojos ante los rumores de las cosas que están ocurriendo ante la aquiescencia de muchos y el silencio de la mayoría.Basada en hechos reales, La buena gente nos habla precisamente de eso, de la gente buena que hay en todas partes y en todo momento y que, en la medida de sus posibilidades, intentan ayudar y colaborar para que las cosas sean de otra forma, aun a riesgo de su propia vida, cuando lo fácil es mirar hacia otro lado y continuar fingiendo ignorancia. Esto es lo que nos cuenta Ursula Weber en una novela que abarca un corto periodo de tiempo, tan solo tres días, y que se caracteriza por su ritmo pausado que solo al final gana en intensidad. Una novela en la que he echado en falta un poco de fuerza y profundidad a la hora de narrar las emociones y sentimientos que mueven a sus personajes.
Con una prosa y un estilo impecables la autora se centra en contarnos el punto de vista del pueblo alemán, tanto el de aquellos a los que lo de menos es estar de acuerdo o no con las ideas porque lo importante es cómo pueden beneficiarse, como de esos otros que no solo no ven con buenos ojos lo que está sucediendo, sino que incluso se atreven a hacer algo por cambiar las cosas. En este aspecto Ursula Werner construye una serie de personajes muy distintos entre sí a través de los cuales dibuja el día a día de las personas normales y corrientes durante una guerra. Son precisamente estos argumentos los que más me gustan, los que más disfruto porque son las pequeñas historias dentro de la Historia, la vida de los héroes anónimos que se crecen y hacen fuertes ante la adversidad y aunque eso es lo que nos narra La buena gente, para mi gusto lo hace con tal tibieza que no ha conseguido, salvo en momentos muy puntuales, ni conquistarme ni involucrarme en el devenir de aquellos que se pasean por sus páginas.
En definitiva, La buena gente es una novela sencilla sobre los ciudadanos alemanes que durante la Segunda Guerra Mundial, de un modo u otro, lucharon por cambiar las cosas. Una novela que cuenta una buena historia en la que yo he echado en falta la emoción y la intensidad que a este tipo de historias les presupongo.