La buena leche

Por Rocio
Ilustración de Eulalia Cornejo realizada para la campaña sobre la lactancia materna 2010

La lactancia materna, leo en La Razón, debería mantenerse al menos durante los seis primeros meses de vida del niño y continuar el amamantamiento junto con las comidas complementarias hasta los dos años de edad o más, según ha afirmado el doctor Juan José Lasarte, miembro del Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría. Sin duda está muy bien insistir en algo obvio por otra parte y tan viejo como el propio ser humano, que la lactancia materna es indispensable para el óptimo desarrollo de los bebés. De manera paradójica, ¿por qué será?, es algo que la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tan influida está por tantos intereses privados, recuerda y apoya constantemente:

“Durante los últimos decenios se han seguido acumulando pruebas sobre las ventajas sanitarias de la lactancia materna, sobre la que se han elaborado numerosas recomendaciones. La OMS puede afirmar ahora con plena seguridad que la lactancia materna reduce la mortalidad infantil y tiene beneficios sanitarios que llegan hasta la edad adulta. Para el conjunto de la población se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida y a partir de entonces su refuerzo con alimentos complementarios al menos hasta los dos años“.

Bueno, pues ni por esas. Continúo leyendo la información de La Razón y… ¡sorpresa!:

“Los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan, sin embargo, que esto no se está produciendo: si bien el 80 por ciento de las madres opta por la lactancia materna en el momento de dar a luz, esta cifra se reduce al 68 por ciento como alimento único a las seis semanas del nacimiento, al 52 por ciento a los tres meses, y al 25 por ciento a los seis meses“.

¿Cuántas al año, y al año y medio y a los dos años que menciona la OMS? Y se me ocurre una pregunta: ¿Una sociedad que en su mayoría incumple los preceptos básicos de la crianza mamífera puede ser una sociedad sana?

Fuente: artículo íntegramente extraído de La buena leche por Miguel Jara