Que por lo menos no se diga que no lo he intentado:
GRANADINA - 2 fragmentos
El camino de barro, un camino recto, terminaba en una luz, débil y mortecina. Una luz de mariposas, mosquitos y tábanos. Procedía de una bombilla desnuda y sucia que iluminaba un letrero y una puerta de madera, rústica, por la que Garra y yo, yo por delante, entramos en la chigrería. Entrar nosotros y hacerse el silencio fue todo uno. Los chiquillos más inquietos, los más revoltosos, dejaron de corretear y saltar alocadamente de un lado para otro, de aquí para allá, echándose, asustados y expectantes, al cuello de sus madres, algunas de ellas, las menos, todavía de muy buen ver, o agarrándose a las perneras de los pantalones de tergal de sus padres. Hasta las criaturas de pecho, fíjate lo que te digo, cesaron en su insoportable llanto. Las fichas de dominó y los naipes de las barajas, en especial aquellos con los que los jugadores de tute arrastraban o cantaban las veinte o las cuarenta, agradecieron de todo corazón aquel tiempo de descanso que les concedía nuestra singular aparición en escena. (...)
Garra, sin dar la menor muestra de cansancio, seguía sosteniéndome en alto, delante de él, a modo de escudo del que se ayudaba para abrirse paso entre la atenta, bruta y nutrida concurrencia. Avanzábamos hacia el fondo, hacia mi fin, siguiendo el curso tibio de un alto y largo mostrador de mármol negro. Al miedo que sentía, se unió ahora un sentimiento nuevo, uno desconocido para mí, un sentimiento de vergüenza. No por lo que había hecho mal y ahora, en breve, se me iba a imponer un castigo ejemplar, severo o quizá, con suerte, solo a reprender de viva voz, sino por lo que la situación tenía de embarazosa y ridícula: mi aspecto de marioneta cuyos hilos manejaba el musculoso brazo de Garra. (...)
David González en Campanas de Etiopía (Editorial Origami, 2015).
EL LIBRO DEL MUNDO
Un día decidí entregarmepero la luz devolvió otro diferente.Ríos de carbón limpiaron el exiliode mis adentros.Leí el libro del mundo,era de color azul,comenzaba con la página del presentey el dibujo de un puente invisible.
Di el primer paso descalzocon el mismo frío de un adiós definitivo,y me asomé al mundodetrás de la última puertacerrada a mi espalda.
ILUSIÓN
Ilusión.¿Dónde te has quedado?Ven esta noche,pero ven sólo para mí.Quiero devolverte mis estrellas apagadas.
Manuel González en Diario de una tristeza (Editorial Origami, 2015).
A nosotros, a Manuel y a Nieves y a mí, lo que nos haría ilusión, verdadera ilusión, es que vinieras a escucharnos recitar nuestro material ;-)