Hay atardeceres que cuelgan cometas color azúcar, rosa y celeste sobre la vertiginosa burbuja del cielo.
También existen amaneceres capaces de reconciliar la seductora pereza con la insinuante luz de la vigília, que se asoma impertinente entre tus párpados aún pegados...
Desde dentro nace el día y la esperanza, desde lo más profundo el llanto; desde las entrañas del mundo vomitan las montañas más altas, y tus ojos, que no son verdes, a mi me parecen prados...
Ámame, mundo desorbitado, ama a las montañas magas de los cuentos olvidados, a los cachorros que se acurrucan buscando caricia pero callados... ama, que si no amases, morir podrán tus futuros plenos de vacíos y vacíos de manos...
Alzarte podrás a la más alta cumbre, podrás besar los labios dulces y redondos de los ángeles que por ti posarán su vuelo y dejarán de ser castos; mas si no amas, soldadito valiente, si no amas, tus ojos nunca entenderán el caleidoscopio de este amanecer, que cifra y descifra quien hoy crees desgraciado.
Hay atardeceres
que cuelgan cometascolor azúcar, rosa y celeste
sobre la vertiginosa burbuja
del cielo raso...