La burguesa rebelde, Teresa Wilms Montt (1893-1921)

Por Sandra @sandraferrerv
La vida de Teresa Wilms Montt bien podría ser el guión de una novela. Una mujer que no encajó en el mundo social en el que nació; una escritora que plasmó en sus palabras su angustia vital; una emigrante confundida con una espía; una feminista recluida en un convento por saltarse las normas establecidas; una madre que se suicidó poco después de ver marchar a sus hijas. Teresa Wilms tuvo una vida breve que inmortalizó en su obra literaria.

La niña rica María Teresa de las Mercedes Wilms Montt nació el 8 de septiembre de 1893 en Viña del Mar, Chile en el seno de una rica familia burguesa. María Teresa era la segunda siete niñas habidas del matrimonio entre Federico Guillermo Wilms Montt y Brieba y de Luz Victoria Montt y Montt, ambos pertenecientes a la burguesía mercantil chilena.

Como todas las hijas de la alta sociedad de aquellos años a caballo entre los siglos XIX y XX, Teresa fue educada con esmero para un único fin, convertirse en una dama educada, versada en artes como la música y preparada para ser una madre y esposa perfecta. 

El inicio de la rebeldía

Pero la joven pronto demostró que su carácter no encajaba en absoluto en aquel mundo de lujos y pero también restricciones. Tenía solamente diecisiete años cuando, en una de las muchas fiestas que daban sus padres en su lujoso hogar, Teresa quedó prendada de Gustavo Balmaceda Valdés, ocho años mayor que ella y miembro de una poderosa familia chilena. Ambas familias se escandalizaron y prohibieron la relación entre Teresa y Gustavo.

Los jóvenes no dudaron en contradecir las órdenes de sus padres y romper las reglas del decoro y se casaron. Aquello supuso la ruptura de Teresa con su familia y con el mundo perfecto de su infancia en el que nunca quiso vivir.

El inicio de su talento

La nueva pareja Balmaceda se trasladó entonces a vivir a Santiago donde Teresa se integró en la vida social y cultural de la capital chilena sin ningún problema. Pero la popularidad de su esposa no fue del agrado de Gustavo, un hombre que resultó ser celoso, violento y dado en exceso a la bebida. En aquel tiempo, 1911, nacería Elisa, la primera hija del matrimonio.

Al año siguiente se trasladaron a vivir a Iquique donde permanecerían hasta 1915 y donde Teresa entró en contacto por primera vez con los movimientos sociales, feministas e incluso masones. Bajo el pseudónimo de Tebal, Teresa empezó a publicar en medios locales al tiempo que se convertía en madre por segunda vez de otra niña llamada Sylvia Luz.


La relación de Gustavo y su esposa, lejos de mejorar, empeoraba por momentos. Pero la gota que colmó el vaso fue una relación extramatrimonial entre Teresa y un pariente de su marido quien, despechado y ofendido, recluyó a su esposa en el convento de la Preciosa Sangre a la vez que le quitaba la custodia de sus hijas, quienes quedarían a cargo de sus abuelos paternos. A los pocos meses, Teresa intentó suicidarse por primera vez sin conseguirlo. Su Diario íntimo fue el único consuelo que encontró detrás de los muros del convento.


En junio de 1916, ayudada por Vicente Huidobro, escapó a Buenos Aires donde empezó de nuevo y consiguió desarrollar su talento como escritora. En 1917 se publicaban sus dos primera obras, Inquietudes sentimentales y Los tres cantos, ambas con una buena acogida de la crítica y de los círculos literarios de la ciudad argentina. En aquellos tiempos, Teresa tuvo que sufrir el suicidio de un admirador suyo al que parecer había rechazado.

Una escritora acusada de espía

A finales de 1917, con la Primera Guerra Mundial desangrando media Europa, Teresa decidió emprender un nuevo viaje, esta vez rumbo a Nueva York, para alistarse en la Cruz Roja, fue confundida con una espía alemana. Tras pasar un tiempo detenida, Teresa cambió su rumbo y se dirigió a Madrid donde entró en contacto con el mundo bohemio de la ciudad.

Allí publicó En la quietud del mármol bajo el pseudónimo de Teresa de la Cruz e inició una gran amistad con escritores de la talla de Ramón Valle-Inclán.

Espíritu inconstante, Teresa viajó de nuevo a Buenos Aires donde se publicó Cuentos para hombres que son todavía niños y para volver otra vez a Europa.

El final de un alma atormentada

Teresa Wilms viajó de Londres a París nada más saber que su suegro iba a trasladarse a la capital francesa. Cinco años después de verse separada de sus hijas, pudo volver a ver a sus hijas.

Pero su felicidad duró muy poco. Cuando las niñas tuvieron que volver a Europa con sus abuelos, Teresa se hundió en una terrible depresión que ya nunca superaría. Una sobredosis de somníferos terminaba con su vida la víspera de las navidades de 1921.

Tenía tan sólo veintiocho años de edad. Atrás dejaba una vida plagada de inconstancias y búsquedas y unas obras que la hicieron inmortal.