Estamos en la càbila* suecana. Hace cuatro días que nos instalamos y nos faltan sólo tres para terminar la fiesta. Los cazadores acaban de llegar y nos muestran con satisfacción y orgullo los ànecs (patos) cobrados. Hay un gran revuelo. La comida huele bien. Mientras se van deshaciendo de todos los pertrechos (escopetas, cartuchos, ropa de abrigo, mono de neopreno, etc.), no paran de contar cosas que les han sucedido. Unos habían estado en bocois*, otros en bañeras o enempavesades*. El barquet* los ha ido recogiendo uno a uno. El más fuerte o el menos cansado, ha tirado de la percha para avanzar contra el viento que acaba de cambiar y ahora sopla del noroeste (poniente). Toda la noche ha estado soplando elllevant (levante), y eso ha sido bueno para la caza.
Hoy tenemos para comer “arròs caldós amb fesols i nap” (arroz caldoso con habichuelas y nabo), lleva pato y cerdo. Es una delicia. Ninguna càbila lo puede ser del todo sin comer un día este plato. El arroz es la base de la comida principal del día y tiene lugar hacia las 3 de la tarde. Por la noche suele comerse carne o embutido a la brasa acompañado de buenas patatas fritas con ajos tiernos. Por la mañana, los no cazadores, pasadas un poco las diez, almorzamos algo de jamón, queso, huevos y toda clase de fiambres y conservas con pan recién hecho que alguien nos ha traído del pueblo; todo va bañado con un buen vino tinto. La ensalada valenciana acompaña todas las comidas y las naranjas recién cogidas son el postre.
También tenemos días preciosos en los que el sol se refleja en el agua y produce destellos maravillosos. Estos días nos sentamos afuera de la casita y bañados al solecito de invierno comentamos sobre cualquier cosa. Pero estos días tan buenos para nosotros no lo son para los cazadores. La caza no se mueve y se esconde sin levantar el vuelo.
Cuando las cosas vienen de lejos están oscurecidas por el amanecer de los tiempos cuando el sol comenzaba a despuntar en el horizonte, cuando aún no había mucha luz. Es evidente que esta costumbre nos viene de muy lejos. El nombre nos dice que tiene origen moro. Los árabes entraron en la península ibérica en el año 711 y estuvieron aquí unos 800 años; como podrás suponer aquí se quedaron no sólo monumentos, sus costumbres, obras civiles y militares, sino también sus genes. Càbila quiere decir tribu berebere. ¿Sería extraño pensar que fueron los bereberes quienes “inventaron” este tipo de vida? Es en esta llanura de aluvión del Júcar, en estos humedales junto a la Albufera de Valencia en los que nunca ha faltado comida para sobrevivir y donde se “inventó” la paella. Este sabrosísimo plato fue concebido a través de años y años, al añadir de todo un poco de lo que se tenía entonces a mano. Nunca ha faltado de nada (animal o planta comestibles) en este paraíso acuático.
No te he hablado de eso que siente el cazador en sus entrañas y que remueve todo su ser. Lo haré en otra ocasión. No te lo puedes perder. Otro día daremos más detalles sobre esta forma de vida y sus aspectos culinarios interesantísimos, que no pueden caber en un solo capítulo.
Caña a quienes se toman la vida demasiado en serio y no “van a la càbila” al menos una vez al año
Completa tu información:TheFreeDictionary CabilaRecetas de cocina con sabor tradicional
Barquet: Barquita sin quilla para navegar por aguas de pequeño calado. Puede tener entre metro y medio y dos metros de manga por cuatro o cinco de eslora.Bocois: Toneles impermeabilizados hundidos hasta el límite en un campo de arroz inundado y que sirven para esperar la caza de aves acuáticas.Càbila: Semana de convivencia basada en la caza que tiene lugar todos los años a mediados de enero en la marjal de Sueca y pueblos colindantes del sur de la Albufera de Valencia.Empavesada: Pequeño refugio vallado artificial de vegetales, construido con cañas y baladre sobre tierra firme junto al agua, que cobija al cazador que espera lleguen las bandadas de aves acuáticas.Truc: Juego de cartas típico de Valencia. Se juega con cuatro jugadores emparejados. Los compañeros de equipo se sitúan el uno frente al otro y se reparten tres cartas a cada uno; hay una oportunidad previa de envite y luego se pasa al juego propiamente dicho en el que “se truca” (se hace truco). Está permitido hacer señales sobre las cartas que se tienen al compañero de tu equipo, pero son estándares, lo que quiere decir que si no espabilas los otros pueden verlas. El primero que llega a dos “camas” (dos series), gana.