Cualquier madre con sentido común y con un pediatra atento se daría cuenta de que todo lo que ella consuma durante su período de lactancia iría de alguna u otra forma al organismo del bebé recién nacido al momento de alimentarlo, pero aún así existen mujeres que ignoran el gran efecto que sus costumbres pueden generar en sus hijos, por ejemplo, aquellas que toman café.
Las mujeres que consumen cafeína y a la par dan de mamar a sus hijos les pasan a través de la leche materna ese compuesto que los bebés son directamente incapaces de metabolizar y eliminar de su metabolismo, por lo tanto su ingesta puede provocarles síntomas negativos como la irritabilidad, trastornos del sueño y directamente el insomnio, algo sumamente perjudicial para la vida de los pequeños.
Se han emitido una serie de recomendaciones a raíz de las investigaciones que se publicaron bajo el título de “Caffeine Research”, y la doctora Ruth Lawrence, del Departamento de Pediatría de la Universidad Rochester School de Estados Unidos, advierte:
“Normalmente una madre, especialmente si está amamantando, debe limitar su consumo de cafeína”…”deberían consumir todo tipo de alimentos pero con moderación”.
Estos conocimientos deben ser transmitidos a las madres desde el comienzo del embarazo, momento desde el cual deben disminuir o preferentemente eliminar el consumo de cierto tipo de sustancias como la cafeína, y una vez nacido el niño tomar café lo expone a sensaciones desagradables como las que mencionamos con anterioridad, ya que el niño es incapaz de asimilar la cafeína como lo hace un adulto.
Las bebidas que las mujeres que se encuentren amamantando deben evitar son el café, el té, las bebidas de cola, las bebidas deportivas, el chocolate y ciertos medicamentos específicos que deberá consultar con un especialista. Los bebés que reciben esas sustancias mediante el consumo de la leche materna van acumulándolas en su organismo de forma involuntaria y poco a poco estilo de vida se ve perjudicado.
Vía | La Información
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