Recordemos juntos la importancia de este hecho trascendental, que para muchos marcó el fin del siglo XX y el inicio de una nueva época en la historia de la humanidad.
Berlín luego de la segunda guerra mundial
Terminada la segunda guerra mundial el territorio de Alemania fue repartido entre Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética. La ciudad de Berlín quedó en medio del territorio que le tocó a la URSS pero, por ser la capital de Alemania, también fue dividida entre los cuatro países aliados. Poco después, EE.UU., Francia y Gran Bretaña fusionaron sus territorios y crearon la República Federal de Alemania (RFA o Alemania Occidental). En respuesta la Unión Soviética creó en 1949 la República Democrática Alemana (RDA o Alemania Oriental).
Doce años después, en 1961, las malas condiciones de vida en la RDA habían ocasionado que casi 3 millones de personas dejaran Berlín Oriental para pasar al lado occidental. La RDA, alarmada por la pérdida de población que sufría (especialmente de las personas más calificadas) decidió levantar un "muro de protección antifascista".
Sin embargo, esta idea debía ser mantenida en secreto hasta que todo estuviera listo. Incluso el jefe de estado de la RDA, Walter Ulbricht, en una conferencia de prensa en junio de 1961 declaraba: "Nadie tiene la intención de construir un muro". Los más de 300 periodistas internacionales que cubrían la conferencia no podían sospechar lo que estaba por venir.
Tan solo dos meses después, en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 se colocó una alambrada provisional que separaba las dos partes de Berlín. De un día para otro, las familias quedaron separadas, calles, plazas y casas fueron divididas y el transporte urbano quedó interrumpido.
Durante los días siguientes, comenzó la construcción de un muro de ladrillo y las personas cuyas casas estaban en la línea de construcción fueron desalojadas. El Muro de Berlín se convirtió de inmediato en el símbolo de la Guerra Fría.
Los intentos por evadir el muro
El 15 de agosto de 1961, Hans Conrad Schumann, con apenas 19 años, estaba como centinela en el Muro de Berlín, el cual se encontraba en su tercer día de construcción, en el cruce de Ruppinerstraße con Bernauerstraße. Como en esa etapa, el Muro no era más que una pequeña valla alambrada, Schumann aprovechó su oportunidad y saltó, tras lo cual fue alejado a toda velocidad del muro por los policías de la República Federal Alemana (RFA), ya que los guardias orientales tenían la orden de disparar a matar. Su huida fue captada por el fotógrafo Peter Leibing, y la imagen se convirtió en una de las más famosas de la Guerra Fría.
Muchos berlineses del este no creyeron en lo que acababan de escuchar, pero otros tomaron estas declaraciones al pie de la letra y se lanzaron a la calle. Los guardias fronterizos no supieron qué hacer ante la avalancha humana que se acercaba a zonas hasta entonces prohibidas. Desde que el 13 de agosto de 1961 se cerraron las fronteras nunca se habían enfrentado a algo igual. A las 00:02, todos los puestos fronterizos estaban abiertos.
Los ciudadanos de la RDA fueron recibidos con entusiasmo por la población de Berlín Oeste. La mayoría de los bares cercanos al muro daban cerveza gratis y los desconocidos se abrazaban entre sí. En la euforia de esa noche, muchos berlineses empezaron la destrucción del muro con todo lo que encontraron a su disposición (picos, martillos, etc.).
Importancia
Para entender los sucesos del 9 de noviembre de 1989 hay que considerar que cinco días antes, la RDA había vivido la manifestación más grande de su historia. Más de un millón de personas pedían en Alexanderplatz más libertad y la supresión del partido único.
Y esta manifestación a su vez se explica si consideramos que las políticas de perestroika (reestructuración en ruso) y la glasnot (transparencia en ruso) aplicadas por el líder soviético Mijail Gorbachov habían provocado ya cambios en la URSS y en algunos de sus "satélites", como Polonia y Hungría. Por ejemplo, en abril de 1989, el sindicato Solidaridad de Lech Walesa había sido legalizado y Polonia daba sus primeros pasos hacia el libre mercado. Mientras que en Hungria la apertura de su frontera con Austria había provocado un ‘agujero’ que muchos ciudadanos de la Europa comunista —que sí podían viajar dentro del bloque— utilizaban para cruzar a la Europa occidental.
El 9 de noviembre de 1989 marcó el fin de la Guerra Fría, y para bien o para mal, el mundo es otro desde entonces. Felizmente hoy, del muro solo queda una doble línea de adoquines de cobre, que recuerda dónde estaban las de planchas de concreto que, durante 28 años, separaron los destinos de los berlineses. Y del resto del mundo.