La caja de pandora era eléctrica y tenía pantalla

Publicado el 17 junio 2009 por Heribertorodriguez
La máquina para hacer Ultrasonidos, inventada por el profesor Marcovsky, se convirtió en Asia en una caja de pandora con enchufe eléctrico. Martin Walker en un artículo en la edición de este mes de “Foreign Affairs” pronostica serias implicaciones sociales y geopolíticas a razón del faltante de decenas de millones de mujeres, que fueron eliminadas antes de su nacimiento al conocer sus padres el sexo del feto.

En los países asiáticos la utilización del Ultrasonido en mujeres embarazadas ha venido ocasionando grandes desajustes entre las tasas de nacimientos de hombre y mujeres. En vez de la proporción “oficial” de la Naturaleza que es de 105 niños por cada 100 niñas, en China la proporción de nacimientos es de 120 niños por cada 100 niñas; en Taiwan es de 119 varones por cada 100 niñas, en Singapur 118 a 100, en Corea del Sur 112 a 100; en algunas partes de la India 120 a 100. Solo en China las autoridades calculan que para el año 2020 existirán 40 millones de frustrados solterones. Ya para 1990, Amartya Sen, el Premio Nobel de Economía de nacionalidad india, notaba “el faltante de 100 millones de mujeres”. Si aquí en Costa Rica, en San Isidro del General existen barrios enteros de mujeres solas -sus hombres emigrados en busca del sueño americano-, que se denominan como los “barrios del sapo triste”, cómo se llamarían entonces las ciudades asiáticas pobladas de hombres solitarios, ¿acaso, “las comunas del falo solo”?
Nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las consecuencias a largo plazo de este desbalance, no se conocen antecedentes de una situación de esta magnitud. Citada en el mismo artículo, Valerie Hudson, profesora de la Universidad de Brigham Young, sugiere que para el año 2020 sería muy tentador la organización de una una gran guerra en la que muchos jóvenes chinos mueran por alguna (cualquiera) causa gloriosa y patriótica. También se prevé una gran oportunidad para que las organizaciones del crimen organizado desarrollen una gran industria de prostitución para atender las demandas de los millones de solterones asiáticos, esto implicaría la masiva emigración de miles de mujeres de muchas nacionalidades a esos países.
Las guerras del futuro no van a ser por territorios, por religiones o ideologías o por las fuentes del agua, serán por la provisión de mujeres. Esta vez serán millones de Helenas ("Volveré y seré millones", dijo la bella esposa de Menelao cuando Homero no la estaba escuchando, luego esta frase sería intertextualizada, quiero decir citada, por otra persona) por las que se combata, o al menos las que sirvarán de excusa para la guerra. La existencia de millones de hombres frustrados y llenos de testosterona, sin una familia a la cual apegarse sólo puede significar una cosa: violencia, agresión, muerte; esta gigantesca masa sería un campo muy fértil para los delirios de algún líder imperialista y megalómano que encontrará muy fácil impulsarlos a cualquier iniciativa bélica bajo algún pretexto y contando de paso con el incentivo de poder eliminar miles de machos competidores y de, eventualmente, obtener el dominio no sobre una mayor provisión de petróleo, gas natural, hulla, agua o diamantes, sino de cinturas de mujer.
Este el tipo de situaciones para la cual la naturaleza humana no tiene antídoto; incluso por atractivos más banales o con menores implicaciones biológicas se han producido largas guerras. Sólo falta el surgimiento de algún líder visionario que comprenda enteramente la situación y su gran potencial y ¡zas! la chispa puede explotar en cualquier momento.
Ver The Geopolitics of Sexual Frustration en: http://www.foreignpolicy.com/story/cms.php?story_id=3377&fpsrc=ealert060301 )La Bitacora del Faro Tuerto www.heribertorodriguez.blogspot.com