Qué sosegada y bellísima franja de lectura me acaba de regalar Luis Alberto de Cuenca con su libro La caja de plata. Todos los efluvios de su música suave (pero evidente), el ritmo perfecto de su sintaxis, la cuidada selección de sus temas y de su vocabulario, y también su aura de serenidad expresiva, han conseguido que pase un par de horas inigualables frente a sus páginas. Muy hermoso, sin duda. Ha producido en mi interior unas sensaciones de sosiego que no recuerdo haber experimentado con demasiadas obras en los últimos tiempos.
“Si no te gusto, dímelo. Pensaré en un buen suicidio”, dice el poeta.
“El premio del engaño es el olvido”, dice el poeta.
“Llueve como si fuera a morir alguien”, dice el poeta.
“No hay signos que anuncien el final de la derrota”, dice el poeta.
Otro de los autores a los que tengo que incorporar de principio a fin a mi blog.