No me gusta la televisión de este país. Y que conste que esto no lo digo por los programas tipo "Sálvame", los reality shows o "Chulos, Zorrupias y viceversa", que al fin y al cabo son un mal necesario (a medias) que está presente en todas las televisiones. Lo digo por las series. Las series españolas son en un 99'9% de los casos (siempre cabe la posibilidad de una sorpresa) auténtica mierda. No hay otro modo de describirlo.
Se que mucha gente dirá ahora que es que claro, si las comparo con las series de cadenas privadas estadounidenses, pues el problema de que haya tanta diferencia es económico. Esas series juegan con unos presupuestos mucho mayores, algo que aquí sería impensable, y eso está claro, no lo niego, el problema está cuando uno en lugar de fijarse en los americanos se fija en los ingleses y descubre pequeñas joyas como Skins (la versión con cerebro de Física y Química), Misfits (de la que os habló Julen aquí, y que sería la versión con cerebro de "los protegidos") o la que hoy nos ocupa, Sherlock, posiblemente uno de los mejores estrenos del año pasado que, por no haberla visto, ninguneamos en nuestro ranking de lo mejor del año (mea culpa).
Sherlock es la enésima vuelta de tuerca al superdetective más famoso del mundo, y como tal es una serie que se enfrenta al gran problema de "adaptar" un personaje que ya es una leyenda mundial. Y es que todo el mundo conoce a Sherlock Holmes, aunque sea de oídas, si uno dice "Sherlock" se imagina una pipa, un gorro de cuadros y una gabardina, además de un compañero rechoncho y bigotudo siguiéndole a todas partes. Y eso se lo imagina ya sea porque ha leído los libros, ha visto las adaptaciones clásicas o incluso si ha visto la serie de dibujos que hizo Hayao Miyazaki. Todos tenemos nuestra imagen del detective, así que enfrentarse a "actualizarlo", supone un problema bastante considerable del que solo hay dos maneras de salir; Como lo hizo Guy Ritchie , es decir, cambiando las bases, convirtiendo a un superdetective cerebral en Tony Stark y haciendo una película como la que hizo... o puedes hacerlo bien de verdad, como en Sherlock.
En el caso de la serie la renovación del personaje se ha limitado al traslado de los personajes de Sir Arthur Conan Doyle a nuestros días, con los necesarios cambios de guión que eso supone. Pequeñas sutilezas como un Sherlock homosexual (o eso dan a entender al menos) que en lugar de fumar en su clásica pipa, camina por ahí con los brazos forrados de parches de nicotina, o un Watson veterano de la guerra de Afganistán que en lugar de publicar sus aventuras a modo de novela lo hace en su blog personal.
Más allá de esos pequeños cambios la revisión del mito conserva un montón de elementos que hicieron de los personajes lo que todos recordamos. Desde referencias como el que vivan en el 221B de Baker Street o el personaje del hermano de Holmes, hasta detalles algo menos evidentes como el modo en el que Watson y el detective se encuentran por primera vez o, directamente, el título y gran parte de la sinopsis del primer episodio, una especie de adaptación libre de la primera novela protagonizada por la pareja (el libro se llama "Estudio en Escarlata" y el capitulo "Estudio en Rosa")
Otro de los grandes aciertos de la serie (aparte del modo de "renovar" el mito) recae en el método de deducción que utiliza Holmes. La mente de Sherlock va mucho más rápido que lo de cualquier otra persona lo que podría llevar a pensar que las conclusiones del detective se la saca de la manga (cosa que pasaba en la cinta de Ritchie). En el primer capitulo, para que eso no pase utilizan un recurso muy ingenioso, según el protagonista va sacando sus conclusiones de lo que ve, en pantalla van apareciendo una serie de notas, referencias a lo que probablemente está pensando, y cuando termina, siempre explica como ha llegado a esa conclusión (y de pronto todo resulta sorprendentemente obvio).
Luego inexplicablemente dejan de abusar del tema de las palabras, pero siguen manteniendo las pequeñas explicaciones que Holmes da a la velocidad del rayo, lo que en una serie de estas características se agradece, y mucho. Igual que se agradece la duración de los capítulos, hora y media aproximadamente cada uno, algo que puede parecer excesivo, pero que ayuda a que los casos que resuelve Holmes puedan ser lo suficientemente complejos. Por desgracia a cambio de la duración, la serie se ha visto recortada a una primera temporada de tan solo tres capítulos, algo que puede hacerse terriblemente corto.
Pero sin duda los dos grandes puntos fuertes de la serie recaen en su tándem protagonista y sus guiones. Por un lado tenemos a los actores que interpretan a Sherlock y a Watson, Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, que aparte de estar genial en sus respectivos papeles (el Sherlock Holmes de Cumberbatch es sublime), tienen una química espectacular, algo que, de no ser así, podría hundir la serie pero que se convierte en una de sus mejores bazas.
Por el otro lado tenemos los guiones, apoyados en la verborrea rápida como el rayo del detective y unos crímenes complejos (siendo el más simple el segundo -el único no escrito por sus creadores), que presentan además un universo con posibilidades muy amplias para jugar en futuras temporadas, además del clásico misterio de Moriarty. Unos guiones que dejarán tranquilos a los fans mas extremistas de la obra de Arthur Conan Doyle ya que se apoyan bastante en el material ya creado a través de referencias constantes, ya sea en situaciones, nombres de personajes o simples detalles a modo de guiño para los fans.
Por todo eso Sherlock es uno de los mejores estrenos del año pasado. Una serie que ya debería considerarse un referente en el modo de realizarlas, ya que supone la enésima demostración de que con buenas ideas no son necesarios presupuestos millonarios. Ojalá en nuestro país aprendiesen esa lección de una vez.