Al analista internacional Robert D. Kaplan le gusta recordarnos que por más que hayamos avanzado tecnológicamente y por muchos cambios ideológicos que se hayan producido, la geografía sigue siendo un factor tan determinante en las relaciones internacionales como lo era en tiempo de los sumerios. Con esa idea en la cabeza escribió “La venganza de la geografía. Cómo los mapas condicionan el destino de las naciones”. Y es también con esa idea que ha escrito “La caldera de Asia” donde analiza uno de los conflictos más agudos de la actualidad y uno en el que la geografía es determinante: el del Mar del Sur de China. Kaplan afirma que el Mar del Sur de China es para la China de hoy en día el equivalente de lo que el Caribe fue para EEUU. EEUU domina el norte del área caribeña, ocupando una posición un poco similar a la de China con respecto al Mar del Sur de China. El Caribe pone en conexión América del Norte con América del Sur, igual que el Mar del Sur de China conecta Asia Nororiental con el Sudeste Asiático. Un momento clave en el ascenso estadounidense a la hegemonía mundial fue cuando a comienzos del XX se convirtió en el hegemón absoluto del Mar Caribe. Para Kaplan el elemento clave en ese dominio norteamericano no era tanto el control directo sobre el mar y sus islas como su capacidad para denegarle el acceso a cualquier otra potencia. El Mar del Sur de China podría representar algo similar para China: un área cuyo control le resulta imprescindible para ascender a la categoría de gran potencia mundial. Esta sola idea sirve para poner en contexto la actual rivalidad entre EEUU y China por el Mar del Sur de China y la insistencia china en que las potencias extrarregionales se mantengan al margen. Siguiendo con las comparaciones históricas, Kaplan afirma que el Mar del Sur de China podría ser a Asia-Pacífico en el siglo XXI lo que la Mitteleuropa era a Europa en el siglo XX: el eje del continente, aquel territorio cuyo control conferiríapredominio sobre el área continental a la potencia que lo consiguiera. A mí lo de la Mitteleuropa nunca me convenció del todo. Los Habsburgos la controlaron durante tres siglos y no es que le sacaran mucho partido. Sin embargo, desde el punto de vista geoestratégico el Mar del Sur de China sí que es otra cosa y es para pensárselo. Más de la mitad del tonelaje de la flota mercante pasa por el Mar del Sur de China, así como un tercio de todo el tráfico marítimo. La inmensa mayoría del petróleo que importan China, Japón y Corea del Sur debe pasar por el Mar del Sur de China. Por él pasa tres veces más petróleo que el que pasa por el Canal de Suez y quince veces más que el que pasa por el Canal de Panamá. Para colmo, esta arteria tan vital tiene unos cuantos cuellos de botella por donde sería facilísimo bloquearla: los estrechos de Malacca, Sunda, Lombok y Makassar. El mar además alberga grandes tesoros: 7.000 millones de barriles de petróleo y 900 billones de pies cúbicos de gas natural y eso si sólo hablamos de las reservas probadas. Hay expertos chinos que afirman que podría tener hasta 130.000 millones de barriles. Se estima que podría guardar importantes reservas minerales que apenas se han empezado a explorar. Y no hablemos de su rica biodiversidad. Kaplan piensa que un conflicto por el Mar del Sur de China sería un conflicto puramente económico, que no levantaría grandes pasiones, un conflicto entre armadas, lejos de la vista de los periodistas y que no provocaría desplazados ni víctimas civiles, salvo algún pepinazo ocasional que se desviase hacia las cosas. Por otra parte, la geopolítica del conflicto no parece muy complicada. Hay un hegemón regional, China, y una serie de enanitos alrededor. Lo único que frena al hegemón es otro hegemón extrarregional, EEUU, que está más cachas que él. No obstante, las tendencias apuntan a que la disparidad de fuerzas entre China y EEUU se va reduciendo y podría llegar el día en que China estuviera en condiciones de toserle militarmente a EEUU. Ese escenario no es imposible, pero Kaplan apunta a que muchas cosas pueden cruzarse en el camino de China: disturbios internos, una recesión económica, una grave crisis medioambiental…Ahora mismo la presencia de la Armada norteamericana que supera inmensamente a la de China es un factor clave en la ecuación. Pero Kaplan nos recuerda que las cosas podrían cambiar en el futuro. EEUU tenía 600 buques de guerra en tiempos de Reagan; en la actualidad son algo menos de 300. Los presupuestos norteamericanos de defensa hacen prever que la Armada norteamericana seguirá reduciendo su tamaño. Mientras tanto la Armada china crece. Podrán pasar muchos años antes de que China disponga de un número igual de portaviones, y de la misma calidad, que EEUU. Pero eso no es tan importante. Para 2020 China podría tener tantos submarinos como EEUU. Ello, unido a los avances en tecnología de misiles balísticos y en ciberguerra, podría dar a China los instrumentos para vedar a EEUU el acceso al Mar del Sur de China. Para ganar esta guerra naval, China no necesita combatir con EEUU por la posesión del Pacífico Central como el Imperio japonés en la II Guerra Mundial. Con tener la capacidad de echar el cerrojo al Mar del Sur de China cuando le plazca, le basta. Kaplan traza también una semblanza de los principales contendientes por el Mar del Sur de China y realiza algunas afirmaciones chocantes, porque van en contra de lo que normalmente se mantiene. Por ejemplo, afirma que en determinadas ocasiones una democracia autoritaria y dirigida puede ser mejor que una democracia genuina. Pone los ejemplos de Lee Kuan Yew en Singapur, de Mahathir en Malasia y de Chiang Kai-shek en Taiwán, como líderes no muy democráticos que, sin embargo, tuvieron un impacto positivo sobre sus países. Un contraejemplo sería Ferdinand Marcos en Filipinas, cuyo legado fue “sobornos, nepotismo y ruina”. También contrapone los ejemplos de los autócratas árabes. Piensa que la diferencia puede que estribe en los valores del confucianismo, vigentes en Singapur, Taiwán y Malasia, pero no en Filipinas. Aquí me parece que estira un poco la impronta del confucianismo. Los malayos pueden ser muchas cosas, pero confucianos…Otra afirmación que me sorprendió fue su concepto positivo de Chiang Kai-shek. Tradicionalmente se ve a Chiang Kai-shek como “un gobernante corrupto e inepto, que arrastró los pies en la lucha contra los japoneses a pesar de toda la ayuda que obtuvo de EEUU durante la II Guerra Mundial y que perdió China frente a Mao porque era inferior a éste.” Siguiendo las biografías que Jonathan Fenby y Jay Taylor han escrito en los últimos años sobre Chiang, Kaplan afirma que la leyenda negra de Chiang es injustificada y proviene del enfrentamiento que tuvo con el General norteamericano Joseph W. Stillwell. Stillwell, que tenía más sentido de la propaganda que de la estrategia, fue quien se ocupó de que todos los periodistas norteamericanos que cubrieron el frente chino en la II Guerra Mundial estuviesen enterados de lo inútil que era Chiang. A esta labor de zapa, se unieron una visión romántica de Mao y sus muchachos, el hecho innegable de que Mao tenía muchísimo más carisma que Chiang y el encanto de Zhou Enlai, que era un maestro en hipnotizar a los visitantes occidentales que recibía. Una de las acusaciones que normalmente se le hacen a Chiang es que no quería implicarse a fondo en la lucha contra los japoneses, porque quería salvaguardar sus fuerzas para la guerra civil contra los comunistas que sabía que se produciría en cuanto la II Guerra Mundial hubiese terminado. Kaplan afirma que fue al contrario: fueron los comunistas quienes se resistieron a enfrentarse a los japoneses con el fin de estar preparados para la guerra civil posterior. No obstante, todas sus supuestas carencias, hay que reconocer que Chiang Kai-shek supo crear después de 1949 en Taiwán un Estado moderno con un nivel de vida elevado y a un coste muchísimo menor que el que Mao impuso a los chinos del continente para obtener unos resultados más magros.
En fin, un libro imprescindible para cualquiera al que le interesen las relaciones internacionales y esté un poco cansado de estar todo el día oyendo hablar de Siria, Iraq y el Estado Islámico.