La Calidad de la Educación

Por Achristin

La expresión “Calidad Educativa” tiene numerosos significados, y siempre es conveniente reflexionar sobre ella ¿Qué perspectivas se reconocen? ¿Cuáles son los factores que la determinan? ¿Cuál es la percepción ciudadana sobre la Educación?

La Calidad de la Educación ha sido objeto de un uso cada vez más recurrente por parte de los actores públicos y privados para aludir a tan importante área social. Pero, ¿cómo podemos definir la Calidad de la Educación? ¿Cómo ha sido empleado este concepto? ¿Cómo debemos concebir este concepto?
Al momento establecer una aproximación conceptual en torno a la Calidad Educativa o en la Educación, resultan diversas las perspectivas en que han venido siendo consideradas para el tratamiento de este concepto.
En 1984, en el seno de la OCDE se asumió a la Calidad de la Educación como aspecto prioritario dentro del desarrollo de la política pública en muchos países. No sólo se han venido estableciendo un conjunto de calidades alrededor del tema educativo, desde entidades gubernamentales, centradas en: la calidad del currículo, la calidad de la gestión escolar, la calidad de los docentes, la calidad de la evaluación y la calidad de la enseñanza; sino también, se han dado varias perspectivas que han contribuido al debate de este concepto.
Desde 1970 hasta nuestra fecha, a través de los trabajos publicados, se ha venido abordando el concepto de Calidad de la Educación o Educativa. En medio de esta búsqueda, surgen parámetros o intentos de demarcación desde distintas perspectivas: 1) como proceso que ayuda a garantizar a todos los jóvenes la adquisición de conocimientos, competencias y actitudes que les permitirán el tránsito a la vida adulta (OCDE, 1995); 2) como proceso, donde el sistema escolar les permite a los estudiantes sacar máximo provecho a las capacidades para la obtención de los mejores resultados o logros académicos, morales y emocionales; y 3) como un proceso, en el que el sistema educativo cuenta con la capacidad de ser accesible a todos los ciudadanos, de garantizar la participación activa de los alumnos en el aprendizaje y vida dentro de la institución educativa, así como la participación de las familias y resto de actores comunitarios alrededor de las escuelas, entre otros aspectos.
En todos los casos de aproximación conceptual del término Calidad de la Educación o Educativa, uno de los principales propósitos latente desde cada perspectiva es la búsqueda de parámetros medibles que ayuden a establecer una escala verificable que contribuya a la constitución de una pauta unificada de percepción en torno a este concepto. Es por ello que lo expuesto por Aron sigue estando vigente, al momento de tratar de armonizar aspectos cuantitativos y cualitativos que permitan la medición de tan importante concepto. Entre 1980 y 1990, surgen una variedad de aproximaciones a favor del diseño de un mecanismo de evaluación de la educación; en su mayoría de corte cuantitativo que propenden la medición de este sector que garanticen el diseño de políticas públicas efectivas, desde la puesta en marca de modelos de medición orientados, en su mayoría, a: 1) la rendición de los logros y rendimientos académicos a nivel educativo; 2) la explicación del logro o no de determinados objetivos educativos; 3) la evaluación en el cumplimiento de los marcos normativos que regulan el sistema educativo; y 4) el establecimiento de relaciones causales entre el contenido de determinadas políticas educativas y fenómenos educativos observados dentro de las instituciones educativas.
Es así como, en la actualidad, disponemos, a nivel internacional, regional y nacional, de diferentes herramientas de medición alrededor de la calidad, como por ejemplo: las Pruebas PISA, TIMSS o PIRLS; a nivel regional (Iberoamérica) se ha promovido el estudio SERCE; y a nivel nacional, en nuestro caso en Colombia, las Pruebas SABER; cada una de estas orientada más a la medición del rendimiento académico y competencias adquiridas por los alumnos.
A pesar de la diversidad de mediciones que se han venido planteando para el abordaje de parámetros claros que ayuden al establecimiento de la Calidad de la Educación, muchas veces estas propuestas no logran concretar un acercamiento asertivo de todos los factores que inciden directamente en este concepto.
Al momento de hablar de los factores determinantes en la Calidad Educativa, nos volvemos a encontrar con un contexto marcado por la diversidad de perspectivas. Investigadores, que han venido debatiendo sobre esta temática; llegando a identificar como factores asociados a este concepto aquellos vinculados con: el insumo desde las instituciones educativas (formación docente, formación del alumnado, dotación de equipos, infraestructura y materiales escolares); el contexto educativo, relacionado con la gestión y autonomía institucional; y aspectos relacionados con el contexto social donde se desenvuelve la vida académica de los estudiantes, los docentes y las instituciones educativas (la familia, ingreso familiar, carácter monoparental o no de los núcleos familiares, nivel cultural, entre otros). Cada uno de estos factores no ha gozado de tratamiento igualitario por parte de investigadores y entidades; sino, por el contrario, resulta su abordaje diverso, según la perspectiva de conceptualización desde donde se parte al momento de conceptualizar a la Calidad Educativa.
Con base a lo expuesto en este apartado, el acercamiento del concepto, desde una posición donde se propende a la conformación de una posición intermedia, frente a las diferentes percepciones expuestas al comienzo de este punto. Es decir, para nosotros, la Calidad Educativa, si bien debe ser entendida como un proceso que ayuda a los estudiantes a la adquisición de conocimientos, competencias y actitudes para afrontar la vida adulta, el cual no se logrará sin garantizar que: 1) los estudiantes adquieran capacidades cognitivas, emocionales y moralizantes que les permitan ser unos individuos socialmente exitosos; y 2) se concrete la participación activa de los actores educativos y sociales, para la concreción del fin expuesto al comienzo.
Percepción ciudadana de la educación La percepción ciudadana implica experiencias que se reciben por los sentidos, pero también una idea que se construye por la información que acumulamos sobre situaciones que nos afectan directa o indirectamente. La educación, por otro lado, puede ser pensada como una mera transmisión de conocimientos y prácticas “científicas”, hasta la construcción de sociedades democráticas. Cada sociedad y cada individuo hacen una selección de acuerdo con el “ethos de clase” de Bourdieu, es decir, un sistema de valores que las personas han interiorizado desde la infancia, los cuales son empleados para la generación de respuestas a problemas distintos (Bourdieu.
Al hablar sobre la percepción que tienen los ciudadanos en torno a la educación, Brunner manifiesta que dicha percepción varía según los grupos de ciudadanos: para el sector dirigente, los medios de comunicación y los organismos internacionales, la educación ocupa un papel central en los discursos relacionados con el desarrollo de una nación; mientras que, para los ciudadanos y las asociaciones civiles, la educación es vista como un bien o recurso que posibilita la movilidad social. Es desde esta diferencia de perspectivas que, desde este artículo, se plantea la necesidad de ahondar mecanismos que ayuden a la comprensión en torno a la educación desde los diferentes actores sociales, en especial, desde los ciudadanos, ya que serán estos quienes estarán a cargo de ejercer presión, a través de la movilidad social expuesta, a los actores públicos y privados involucrados con el proceso de mejora o no del sector educativo existente en cada país.
Aún resulta bastante común la falta de mecanismos sociales que garanticen la participación más directa de todos los actores involucrados en la formulación, aplicación y resultados generados desde el proceso de diseño de las políticas y planes públicos orientados al mejoramiento de la educación, en cada país. Es por lo antes expuesto que la aplicación de encuestas orientadas a la percepción ciudadana para el delineo de políticas y planes puede resultar un mecanismo por demás interesante, al momento de: 1) orientar la toma de decisiones aplicadas en el sector educativo; 2) al momento de establecer fluctuaciones y expectativas relacionadas con los niveles de satisfacción que tienen los ciudadanos, en general, en torno al estado y acciones aplicados a nivel educativo; y 3) a una mayor comprensión de las diferentes conciencias relacionadas con las deficiencias presentadas alrededor de la Calidad Educativa, desde el significado y comprensión que tienen los ciudadanos sobre este concepto y de los diferentes procesos que guardan relación con ella.
Estudios realizados han dado cuenta de la valía de los estudios percepción ciudadana, en especial a nivel de Iberoamérica, para los fines expuestos en el párrafo anterior; en especial al momento de identificar el mayor número de detalles que puedan ayudar al delineo de políticas públicas eficaces. Ello, desde la puesta en marcha de instrumentos que ayuden no solo al fortalecimiento de las fuentes de información cuantitativas que hoy se han venido fortaleciendo a nivel internacional y nacional, para la medición de la Calidad Educativa; sino también a la identificación de las brechas que puedan estar existiendo entre lo que el ciudadano percibe y la realidad educativa en cada país, región o en el mundo.
Extraído de: Determinantes sobre la percepción ciudadana de la educación en Colombia Elias Said-Hung (Fundación Universidad del Norte, Colombia), Mónica Borjas (Fundación Universidad del Norte, Colombia), Jorge Valencia Cobos (Fundación Universidad del Norte, Colombia), Jorge Enrique Palacio-Sañudo (Fundación Universidad del Norte, Colombia) y Carlos Guzmán (Fundación Universidad del Norte, Colombia) Revista Teoría de la Educación. Educación y Cultura en La Sociedad de la Información. Vol. 13. Nº 3. Noviembre 2012