Como no decía nada, le dijo el rey:
—Te he invitado a mi mesa para escucharte; ¿por qué desde que empezó el banquete permaneces en silencio. ¿Acaso estás enfermo?.
Negó con la cabeza.
—Me mantengo callado por dos razones.
La una, porque de todo cuanto sé y conozco, nada puede interesaros.
La otra razón es que de cuanto a vos os interesa, confieso no saber nada, y no puedo hablar de lo que ignoro, como hacen otros.
Isócrates, orador y estilista, discípulo de Sócrates, muerto en el 338 a. de C. A los casi 100 años.