Hubo una época en Sevilla en que las calles tomaban el nombre de la nacionalidad del colectivo humano que residía en ellas. Muy conocidas son la Calle Francos donde vivían los de la nacionalidad franca, la Calle Alemanes donde vivían principalmente germanos o la Calle Génova donde residían gran parte de los banqueros que tenía la ciudad y procedían de esta ciudad italiana.
Menos conocida pero no menos importante era la comunidad de los catalanes en el centro de nuestra ciudad.
Los catalanes tienen su calle en Sevilla. O mejor dicho, la tuvieron hace más de un siglo, ya que en el XIX las autoridades de turno decidieron cambiarle el nombre y darle el de Albareda (a una parte de la misma) y Carls Cañal (al otro extremo) .
Fueron peones catalanes los que llegaron a la ciudad a mediados del siglo XIII para apoyar a Fernando III en la reconquista de Sevilla. Se conocían con el nombre de almogávares y se asentaron en Camas y Coría del Río, donde el rey les brindó tierras para que se asentaran e impidieran que los árabes poblasen la zona.
La presencia de catalanes permitió crear una línea comercial tal con Barcelona que Sancho IV, nieto de Fernando III, les dio una zona concreta de Sevilla para vivir.
De manera que aquellos peones que un día llegaron para reconquistar la ciudad, se quedaron en ella ocupando el centro de la misma. En concreto, la zona aledaña a la Catedral.
La afluencia de comerciantes catalanes a Sevilla creció de tal manera -llegaron incluso armadores- que obligó a ampliar el barrio concedido a estos nuevos vecinos. A mediados del siglo XIV, esta nueva población se extendió por el entorno de la Plaza Nueva, hasta la calle Zaragoza.
Es por ello que una de las calles de la zona pasó a llamarse Calle de Catalanes. Para ser más exactos, la vía perpendicular a las actuales Méndez Núñez y Tetuán, que en 1881 pasó a denominarse calle de Albareda.Sigue leyendo >>>