La capital de España es una ciudad de enormes y bruscos contrastes. Para el que dude de esta afirmación le invito a pasear por la protagonista de este secreto, en ella sentirá una realidad que nada tiene que ver con lo que le rodea.
Este lunes gris y desapacible os propongo un acertijo, ¿Sabríais decirme donde se encuentra la Calle de San Ricardo? No vale mirar en un mapa ni recurrir al Señor Google. Vamos, tratad de hacer memoria porque estoy convencido de que habéis pasado junto a ella en más de una ocasión... Os daré una pista: es una de las calles de Madrid que más cerca se ubica del Kilómetro 0. ¿Así tampoco? No me extraña, es una de las vías más desconocidas y escurridizas de la capital a pesar de estar pegada a la Puerta del Sol. Una enorme contradicción que me tiene totalmente cautivado.
Estoy seguro que sabéis recitar de memoria muchas de las callecitas que parten desde la Puerta del Sol pero de nuestra protagonista ni rastro... Vale, seré bueno. Vamos a situarnos: Calle de San Ricardo va desde Carretas a Correos y su trazado coincide con la fachada trasera de la Real Casa de Correos, sí, el edificio con el reloj de las campanadas de nochevieja.
Cada vez que transito por la Calle Carretas no puedo evitar detenerme en la esquina donde nace esta esquiva e ignorada callejuela. Hasta mis oídos llega el bullicio y el jaleo que emanan de la Puerta del Sol sin embargo, ese torrente de vida pasa de largo, por el motivo que sea, de la Calle de San Ricardo y la convierte en una vía condenada de forma irrevocable al olvido.
Su nombre, por cierto, es herencia del desaparecido Hospital de San Ricardo que se ubicó en la zona. De hechura angosta y apagada, su vida es una pura paradoja que se resume en la siguiente afirmación, a pesar de ubicarse en el mismísimo corazón de Madrid siempre se muestra desierta y solitaria. Tan sólo se animan a transitarla los trabajadores de la Real Casa de Correos, hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Fuera de este horario laboral, su día a día es intrascendente.
Antaño en esta calleja se improvisaban unos puestos de libros viejos, ahora ya ni eso. Sin comercios ni tiendas que la resuciten, la Calle de San Ricardo es invisible para el viandante. Aún así, siempre que puedo se la enseño a quien me acompañe en mis paseos, para mostrarle que en Madrid, el silencio también se puede sentir a escasos metros del espacio más alborotado de toda la ciudad. Estos son los contrastes que me sedujeron de forma irremediable en la Villa, secretos que están ahí, ante los ojos de miles de personas cada día y en los que muy poquitos deparan.
Os dejo unas fotografías que saqué hace unas fechas paseando por esta calle, en ellas podréis apreciar todo lo que os he comentado en las líneas anteriores. El carácter introvertido y apagado de una vía que, así vista, nadie podría pensar que vive de espaldas a la Puerta del Sol, disfrutando de sus ecos, anhelando más visitas, preguntándose hasta cuando seguirá siendo tan ignorada.
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