La calle “puñonrostro” de sevilla

Por Los Viajes De Milu Miguel Y Lucía @losviajesdemilu

El 24 de marzo de 1597 se nombró Asistente de Sevilla a don Francisco Arias de Bovadilla, conde de Puñonrostro. Tuvo que jurar por Dios y por Santa María que usaría bien y de una manera fiel el oficio de asistente, guardando las ordenanzas de nuestra ciudad. Tras esto obtuvo la vara de mando.

¡Y vaya si usó Puñonrostro la vara de mando! ¡Y de qué manera! Por todos era temido, ya que era una persona insobornable y hacía acatar las leyes por muy duras que fueran. Cervantes se inspiró en su rectitud para reforzar la figura de El Quijote, por ejemplo.

Dos años duró en el cargo el Asistente, pero en ese bienio acabó con todos los pícaros, vagos y maleantes que había en la ciudad. Al mes de jurar su cargo, lanzó un bando en el que ordenaba que se personaran en el Hospital de la Sangre todos los holgazanes reconocidos de Sevilla. Pues bien, se presentaron más de 2000 pobres, hombres y mujeres, sanos y enfermos, jóvenes y viejos.

Ese mismo día, llegó el conde con varios médicos y regidores. Mandó que fuesen entrando en la sala las mujeres y sentenció que las que estuvieran en condiciones de servir dejaran de pedir por la ciudad, so pena de cien azotes. A las viejas les dejó pedir tras la entrega de una tablilla blanca a cada una donde constaba que tenían "licencia para pedir". Como ese día solo pudo atender a las mujeres, tres días después mandó llamar a los hombres. A los enfermos incurables les mandó al hospital, a los que tenían cura y a los cojos, mancos y viejos les dio licencia para pedir con su tablilla. A los demás, por el contrario, les urgió a que encontraran trabajo en tres días y se alejaran de la mendicidad.

Esta rectitud, la limpieza de mendigos y las duras penas impuestas a todo tipo de malhechores motivaron a que los sevillanos le dedicaran esta calle en agradecimiento a su breve pero firme entrega a la ciudad.

Fuente: ROS, Carlos. Leyendas de Sevilla.