La cámara anecoica de Orfield, el lugar más silencioso del mundo

Por Ireneu @ireneuc

Cámara anecoica

En la ciudad si algo hay de imposible es el silencio. Vecinos gritando a grito pelado, las motos a escape libre, los camiones de la basura a horas intempestivas, las músicas a todo trapo... todo ello hace que encontrar el mínimo silencio con el cual poderte concentrar para hacer cualquier cosa o, simplemente, para descansar, sea más difícil que encontrar un político honrado. La ciencia, sin embargo, ha conseguido crear espacios en que el silencio es prácticamente absoluto, y donde podrá concentrarse perfectamente... si es capaz de aguantar más de media hora, claro. Se trata de la cámara anecoica de los laboratorios Orfield y tiene el récord mundial del lugar más silencioso del planeta.

Protestas contra ruidos

En Minneapolis, Minnesota (EE.UU.), los Laboratorios Orfield, han construido el lugar más silencioso del mundo, donde podrá leer tranquilamente un libro mientras sus vecinos no tienen una cosa mejor que tirarse los trastos a la cabeza ruidosamente. Se trata de una cámara anecoica (sin eco -también llamada "sorda") en que debido a un gran aislamiento en las paredes (básicamente a base de cemento y acero) ningún sonido es capaz de entrar en la cámara.  No obstante, no solo se aísla de fuera, sino también de dentro.

Estructura sala anecoica

La sala, a parte del aislamiento exterior, está totalmente cubierta interiormente por un conjunto de estructuras piramidales, construidas en material aislante como fibra de vidrio y espuma, que hacen que todo sonido que se genere allí dentro no pueda reflejarse y acabe disipado. Hasta tal punto es eficaz semejante estructura que el Libro Guinnes de los Récords, lo tiene certificado como el lugar más silencioso del planeta con -9,4 decibelios. O lo que es lo mismo, que en la cámara, no es que haya poco ruido...¡es que lo quita!

Pruebas de sonido

Esta cámara anecoica es utilizada por Orfield básicamente para analizar los ruidos generados por todo tipo de instrumentos en funcionamiento, tales como altavoces, instrumentos de música, motores, maquinaria diversa... cuyo ruido es necesario conocer de forma aislada de los ruidos exteriores. Sin embargo, a parte de su utilidad comercial o como curiosidad, esta cámara se puede convertir en un auténtico potro de tortura.

Steven Orfield y su cámara sorda

Efectivamente, el hecho de que un ser humano se ubique en aquella sala implica que los oídos no capten ni una sola onda sonora del exterior,  y que los ruidos que oigamos sean única y exclusivamente de producción interna. En esta circunstancia, los oídos lo único que captan es el bombeo del corazón, los silbidos de los pulmones al funcionar, el sistema digestivo en movimiento y un insistente zumbido producido por la ausencia de estímulos auditivos. Algo que puede llegar a ser angustioso. Ahora bien, aún no acaba aquí el tormento; a continuación, apague la luz y disfrute... si puede.

Las pirámides aíslan del ruido

En el momento que se apaga la luz, el cerebro, además de dejar de recibir estímulos sonoros, deja de recibir estímulos visuales, llevándolo a un estado de aislamiento al cual no está acostumbrado y para el cual no está adaptado. Esta ausencia de estímulos provoca que, por un lado se tengan los zumbidos típicos en las orejas pero, por otro, el cerebro comience a generar todo tipo de imágenes virtuales que si se prolongan en el tiempo pueden llevar a alucinaciones, con una más que peligrosa afectación psicológica para quien las padece. Es por ello que resulta prácticamente imposible superar los 45 minutos en estas condiciones de aislamiento casi total... so riesgo de volverse tarumba, claro está.

Demasiado incivismo

En definitiva, que si malo es tener que soportar a todas horas las juergas a todo tren de los vecinos, una ausencia total de ruidos, tampoco es mejor. Sea como sea, qué bonito sería disponer de una cámara anecoica para, cuando hagan de las suyas, meter al incívico o incívica de turno, cerrarlos con llave, y tirar la llave al río. El mundo sería un auténtico paraíso.

La cámara anecoica de Orfield, el lugar más silencioso del mundo


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