Los jóvenes revolucionarios de nuestra película están armados únicamente con cámaras, redes sociales, vídeos de Youtube y la decidida voluntad de liberar a su nación. La película está hecha en un estilo cinéma vérité, que nos da una vista de cerca de la revolcuión. Las nuevas tecnologías nos muestran que la voz de los jóvenes no puede ser silenciada en esta era digital. Nuestros personajes están luchando una antigua guerra con nuevas armas.
Para aquellos que tengais la oportunidad, esta madrugada (a la 1:05) se emite en Canal + 1 el documental nominado al Oscar y premiado en Toronto y Sundance sobre la primavera árabe y las manifestaciones en la plaza Tahrir de El Cairo durante 2011, en un movimiento que derrocó a Hosni Mubarak, The Square.
El documental, dirigido por Jehane Noujaim, es un viaje por la revolución que trasnporta al espectador mucho más allá de lo que le situan las noticias. Las historias personales detrás de la actualidad, la historia inspiradora de jóvenes que claman por sus derechos y que quieren crear una sociedad con conciencia son algunos de los puntos fuertes de The Square. Los personajes van desde una defensora del movimiento pro Derechos Humanos en Egipto, hasta un cantautor no oficial de la revolución, una directora de cine o un miembro de los Hermanos Musulmanes torturado durante el régimen de Mubarak.
El tema de la Primavera Árabe fue para mí un tema de mucho interés. Asistimos, casi en directo, a una revolución que pretendía lograr un cambio en países en los que los cambios equivalen a penas de cárcel (o algo peor). Fue una parte muy importante de un proyecto académico grupal que realizamos en la carrera sobre la libertad de prensa en África y uno de los temas por los que le pregunté a Lola Huete Machado en la entrevista que le hice para ese mismo trabajo y que, posteriormente, colgué en este blog.Os dejo con el texto que redacté. Y os invito a que, si tenéis la ocasión, veáis The Square.
… Y la chispa se tornó en llama
Hasta que prendieron las primeras chispas de lo que hoy conocemos como Primavera Árabe, en Egitpo, durante 30 años, no se hablaba más que de fútbol. Las revueltas hacia la democratización que se dieron en Oriente Medio y en el Norte de África enseñaron a que no siempre había que bajar la cabeza o mirar hacia otro lado, que existía una posibilidad de cambio, y rompió con la creencia de que la sociedad árabe era una sociedad pasiva y sometida al poder de sus dirigentes.
Luces y sombras en una primavera que ya es casi otoño
Hoy, dos años después, podemos analizar una revolución que ha tenido un sinfín de claroscuros, luces y sombras que han impregnado el panorama de las revueltas que un pueblo llevó a cabo por exigir sus libertades. Las nuevas generaciones, más informadas, y las nuevas tecnologías como las redes sociales, favorecieron a esta revolución auténtica a la que, difundida por los medios de comunicación de una manera nunca antes vista, casi asistimos en directo.
En la actualidad, hay muchas promesas que se quedaron en el aire, y quizá muchos sueños que hoy en día todavía siguen siendo aspiraciones de varios pueblos que decidieron derrocar los regímenes de sus dirigentes. Sin embargo, las revueltas no han traído los empleos ni la prosperidad necesarios para que estos mismos pueblos sigan avanzando hacia la democracia, que sí que ha llegado, aunque distorsionada por una inestabilidad política y una inseguridad ciudadana que pasa por el declive económico y la incertidumbre de cualquier otro país que acaba de derrocar al régimen autoritario que gobernó su tierra durante años.
Lorena García Blanco (2013)