Título: La canción de los maoríesAutora: Sarah LarkEditorial: Ediciones B, 2012Páginas: 704.
SINOPSIS.
Nueva Zelanda, 1893. Elaine es la atractiva nieta de Gwyneira, quien un día viajó desde el extremo opuesto del mundo para casarse con un desconocido. De su abuela ha heredado la melena pelirroja y el espíritu libre... hasta que William, un misterioso irlandés, irrumpe en su vida y ella cae rendida a sus encantos. Pero entonces, la llegada de su prima Kura, con su sensualidad maorí, cambia el destino de Elaine, y ambas tendrán que enfrentarse a sus propias decisiones y a los vaivenes de una tierra comparada con el paraíso.
La canción de los maoríes continúa la historia de En el país de la nube blanca, la inolvidable saga familiar ambientada en Nueva Zelanda, con que la escritora alemana Sarah Lark ha cautivado a ocho millones de lectores en todo el mundo. El resultado, que culmina El grito de la tierra, es una epopeya literaria tan emotiva como fascinante que nos lleva a la tierra donde viven los sueños.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Como ya sabéis los que habitualmente os pasáis por este blog, este año me he propuesto equilibrar la lectura de libros pendientes de leer en la estantería y novedades editoriales que me atraigan. Y de momento, la cosa no va mal. No es de esos propósitos del año que voy incumpliendo como siempre. El libro que os traigo hoy es uno de esos que lleva en la estantería unos cuantos años y aún me queda el último de la Trilogía cogiendo polvo.
Putorino maorí
Me ha gustado mucho esta nueva entrega de la trilogía de La nube Blanca y eso que cuando la comencé me esperaba que la historia iba a ir de otra cosa. El título me ha parecido engañoso porque cuando lo leí pensaba que la autora se iba a recrear en esta ocasión de lleno en las vidas y costumbres de los maoríes y no ha sido así. A pesar del título el pueblo maorí aparece como de fondo en toda la novela, por su relación con una de las protagonistas, Kura, que desciende de madre maorí y por su pasión por la música que tiene algunas raíces de esta cultura, pero poco más aparece de la cultura de estos habitantes primigenios de Nueva Zelanda, como podría intuirse del título de la novela.Salvando esto, la historia me ha gustado mucho. Desde luego Sarah Lark sabe hilvanar perfectamente las historias familiares de diferentes generaciones, con historias de amor convulso y de difícil encaje con el propio desarrollo histórico del país en que todo va aconteciendo. Si en la primera entrega conocemos el encaje de las vidas en Nueva Zelanda de Gwyneira y Helen, ambas recién llegadas, en esta segunda entrega vamos a conocer de cerca las vidas de dos jóvenes descendientes, Elaine y Kura, dos nietas de Gwyneira, la segunda con sangre maorí, que atrae a todos los que la ven. La vida de dos jóvenes cuyos comienzos se llenan de avatares, la mayor parte de las veces por tomar decisiones equivocadas y rodearse de hombres con intereses que nada tienen que ver con lo que ellas desean para su futuro. Las dos protagonistas, a pesar de ser primas, tiene personalidades totalmente contrapuestas. Por un lado, Elaine tiene una personalidad excesivamente soñadora, enamoradiza y llena de una ingenuidad típica de las niñas que no se han tenido nunca que preocupar por nada mientras Kura, que se ha criado en las llanuras de Canterbury, rodeada de criadores de ovejas, es de una personalidad mucho más fuerte y segura de sí misma, rebelde hasta el máximo porque precisamente por ser mestiza entre su abuela Gwyneira y el jefe de la tribú maorí le han dibujado cual ha de ser su futuro, un futuro que ella se niega a asumir porque quiere ser cantante de ópera en Occidente.
Junto a esta fuertes mujeres y sus abuelas, se mueven un elenco de varones cuyo papel sólo sirve de herramienta para que el desarrollo de la trama y de las personalidades de las mujeres se visualice de forma mucho más nítidas. A pesar del machismo tan exacerbado de la época, son estas mujeres las que toman sus propias decisiones, aún en contra de todo lo que se pueda o no admitir en la época.
A pesar de la cantidad de páginas, lo cierto es que he leído la novela con mucha fluidez porque la autora pasa de la historia de un personaje a otro con bastante agilidad y eso hace que casi nunca te canses en los momentos en los que pueda parecer que la historia se ralentice.
En conclusión, La canción de los maoríes ha sido una buena lectura, a la altura de la primera entrega de esta trilogía, que aúna historias de amor, traiciones, historia del país y unos personajes con fuerza que me han mantenido pegada a sus páginas hasta el final sin mayor esfuerzo por mi parte.