Este pasado fin de semana ha sido el primero del verano y siendo incluso extra-largo gracias a la festividad de San Juan, estoy muy sorprendido porque durante el mismo no he escuchado ni una vez lo que antes sí taladraba nuestras orejas en las semanas previas a esta estación, hablo de la Canción del Verano.
Antes, desde abril o mayo, sonaban en todas las radios nacionales los discos que se postulaban como candidatos perfectos a ser los reyes del verano gracias a sus letras planas y melodías lisas. Por regla general, lo más lógico es que la canción del verano, incluyera elementos esenciales que la relacionaran con la época como; playa, bronceador, arena, o chicos y chicas con ropita corta.
Pero sí ha habido un elemento diferenciador y que además ha funcionado como nexo común entre varias generaciones ese ha sido el del nombre de mujer que más veces ha aparecido en los temas del verano, María. Recordarán los más “añejos” que en su día “Eva María se fue, buscando el sol en la playa”. El “María” a secas de Ricky Martin también fue un gran éxito y qué decir del más religioso de los tres, el “Ave María” de David Bisbal.
Pero ahora, en la actualidad, la posibilidad de que sea una emisora de radio la que determine cuál será la canción que, y gracias a los beneficios previos recibidos por la misma, tendremos que bailar en verano, es muy limitada, ya que las redes sociales y los gustos de los internautas se anteponen, y de qué manera, a la imposición comercial de las radio-fórmulas.
Pero qué tarde ha llegado la tecnología ya que por culpa de muchos grandes éxitos del verano y sobre todo a causa de Georgie Dann algunos acabamos traumatizados y ya no pisamos “El Chiringuito”, no nos acercamos a “La Barbacoa” y sobre todo y por miedo a descubrir una infidelidad por parte de la mujer que nos trajo al mundo, ni nos atrevemos a preguntar “Mami, que será lo que tiene el negro”…
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…