Revista Opinión

La cantante Lorena Álvarez no entiende que se idolatre a los músicos.

Publicado el 31 enero 2023 por Santiagomiro
La cantante Lorena Álvarez no entiende que se idolatre a los músicos.

Lorena Álvarez y Los Rondadores de La Val D'Echo (El Volcán), presentaron el pasado jueves en la madrileña sala Galileo Galilei su último epé, una incursión en la jota aragonesa grabada en el Pirineo oscense. La singular cantautora asturiana desplegó el repertorio de su bella Colección de canciones sencillas (Elsegell), así como sus recientes versiones de… ¡Mina y Manzanita! Henrique Mariño la entrevistó en Público preguntando si fue pintora antes que cantante. Según ella. “todo va en el mismo saco: lo que aprendo en la pintura lo aplico a la música y viceversa. De hecho, hago los diseños de los discos. Quiero transmitir lo que sea en cada momento y para eso me apoyo en lo que pueda”. Vivir en la ciudad en lugar de hacerlo en el campo resulta muchas veces un engaño porque hay gente haciendo cosas muy interesantes en las zonas rurales. “Para mí, antes era importante estar en una ciudad para disfrutar de la cultura de primera mano. Ahora mismo, eso me aporta muy poco y, en cambio, pasear por un bosque me parece lo máximo. Me resulta más fácil concentrarme, la calidad de vida es infinitamente mejor y, además, es mucho más barato”…

En cada disco, Lorena ha intentado profundizar un poco más. “Más que otra puerta distinta, quiero abrir la que va después. Y la sencillez es la mejor manera de hablar sobre lo profundo. Para llegar a eso, hay que quitar muchas capas. En el mundo en el que vivimos, no se trata de hacer cosas más grandes, sino más pequeñas. Hay que quitar y quitar, porque estamos envueltos en velos que nos impiden ver lo esencial y lo importante. Y, aunque a veces trate temas más oscuros, siempre intento señalar una salida. No me gustaría transmitir el mensaje de que no hay esperanza, porque yo tengo mucha esperanza. Considero que puedo compartir una canción cuando propongo un problema y ofrezco una solución.

Lorena declara a Mariño no entender que se idolatren a los músicos. Ni que estén en un escenario muy alto y el resto de la gente, abajo. “Cuando toco, me gusta que estemos todos juntos, como era antes la música”. Luego empezó a grabarse, a comercializarse y las discográficas respetaron sus propuestas. Aunque eso le ha costado lo suyo. “Desde trabajar duro hasta superar miedos e inseguridades. Si algo no va bien, me agarro a mi responsabilidad de proyectar luz en las zonas oscuras”.

Lorena confiesa que el salto de la pintura a la música responde a que se expresaba mejor cantando que pintando? “Con la pintura he fallado más y no conseguía expresarme ni sentirme tan contenta como con la música… No me inspiro en la forma de la música tradicional, sino en su poesía. Es decir, en la manera de expresar cosas muy grandes con palabras muy sencillas”. Cree sin duda que su música, sus letras y su propio estilo de vida son un canto contra este mundo acelerado y sin frenos “porque yo no me siento a gusto en este mundo. Es mi manera de contar o de recordar cómo debería ser el mundo, dándole importancia a cosas que ahora son ignoradas, de ahí que a veces me sienta un poco fuera de lugar. Por otra parte, sé que hay muchas personas que piensan como yo, porque me escriben, y a las que les llegan mis canciones”. Entiende que la música debe estar al servicio de las relaciones humanas y las personas, “al servicio de los espíritus de las canciones. Yo me pongo al servicio de la música, como si fuese su sierva, y hago lo que me va pidiendo, apartando el ruido y mi ego. No se trata de conectar con una misma, sino con la humanidad. Al fin y al cabo, todos somos iguales. Y en la música también”.

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