- Reserva-rotación: su única obligación es competir. No se espera de él nada determinante ni se penalizan sus errores.
- Rotación-maduración: el jugador ya siente que forma parte permanente de la estructura y ha de tomar conciencia de que su aportación es decisiva.
- Jugador clave: Esta fase define el futuro de la perla. Entra en el grupo de los jugadores más próximos al primer equipo y adquiere el status de jugador clave del B. Es responsable directo de la evolución del equipo.
Cada fase dura de 6 a 9 meses. En muchos casos, el jugador precisa consolidar fundamentos, reaprender conceptos y asumir la realidad del fútbol profesional. De ahí que veamos sentados en el banquillo del B a grandes promesas que no están jugando: están aprendiendo a completar las fases. Ninguno de ellos se quedará estancado. Necesitan pequeños pasos atrás para recorrer mejor el camino.Superadas las tres fases, llegan al Camp Nou y les espera otro largo período de maduración. Salvo grandes excepciones, la mayoría necesita asentarse, romper el cascarón, seguir aprendiendo, hacerse un hueco en el vestuario y mostrar su personalidad. No es ocioso que, en ocasiones, desaparezcan de las alineaciones e incluso del banquillo durante semanas o meses: están realizando un máster. Aún son ‘pre-futbolistas’. Sólo cuando han cubierto 10.000 horas de formación pueden estar listos para ser parte del núcleo duro del equipo. A nadie le gusta que el proceso sea tan lento, pero no se puede correr más que el tiempo.