Mi cara. Todas las mañanas me asusta en el espejo del ascensor, bajo la luz blanda de esos focos sin contemplaciones. Hoy mi cara tiene algo de claxon patriótico, con varios bocinazos pegados por los tímpanos tras pasar una noche escuchando los alaridos de placer, respirando la pólvora de la victoria que mi cuerpo repelía una y otra vez. Quiero dormir, dejadme en paz. ¿Un equipo, un sueño? Yo también quiero cumplir sueños con su sueldo.
También mi cara tiene algo de Verano; con manchas de sol, con marcas de mis uñas o de esos pequeños vampiros a los que no se les dedican películas de amor. Una cara-encimera reluciente, aunque con salpicaduras de aceite hirviendo tan profundas que no se ven.
Cara-paisaje parecida a un abarrotado escritorio de ordenador lleno de documentos .txt, .odt o .pdf vacíos, escritos justo en el lugar que existe entre las teclas y la disposición de mis dedos: aire. Aire que siguió la corriente y vació el significado de las palabras. Y luego... eso, se remueven, removed, se suprimen. A saber dónde andan ahora los archivos originales.
Y también veo una cara-plano de cejas arqueadas y ojos viajeros que os han visto crecer, cara experiencia que pilló lo que era la incoherencia gracias a las putas y los yonquis; quienes, por cierto, apenas la miraron para explicárselo. Y cara-cara, como si el espejo me enseñara cómo era ayer y también lo mucho que he cambiado hoy. Pero no, Alicia no podrá atravesar el espejo.
Todas esas caras serán la mía mañana, mientras cante I feel good con Luciana, la niña que juega sola en el patio, de las que las demás huyen y que llora por no tener amigas. Coinciden las expertas en que es su culpa, pero yo no me lo creo. Lleva siempre una gorra-turbante amarilla y come bocadillo de salchichón en los recreos. Está gorda y me abraza por las mañanas y me recuerda a mí cuando era pequeña. Qué culpa va a tener ella de ser medio argentina y ser tan bocazas, decidida y mandona, qué culpa. Hoy todos visten de rojo en El Raval y nadie señala ni habla de incoherencia. Bailaré I feel good con ella a las puras ocho de la mañana mientras todos los demás duerman con Games Sesamo. Y luego, que nos miren a la cara si quieren decirnos algo.