Precuela de la serie del Baztán. Amaia Salazar es una joven policía española que perfecciona sus talentos con el FBI, bajo la mirada atenta de su "mentor" Dupree. En vísperas de la llegada del huracán Katrina, tratarán de descubrir la identidad de un asesino en serie de familias. A la par, Dupree también tratará de encontrar a unas jóvenes desaparecidas en la Nueva Orleáns arrasada.
La precuela de la famosa trilogía ambientada en Elizondo y protagonizada por Amaia Salazar es una novela policial con algún ribete folklórico (inclusión de mitología vasca y del sur de Estados Unidos, vudú, zombies, barón Samedi, etc), que no destaca en especial por nada. Lo que la autora ha ganado en técnica, con una prosa correcta aunque muy desangelada, lo ha perdido en "pasión", alma o como se le quiera llamar. Si no supiera que la autora es española hasta pensaría que se trata de una novela anglosajona. Naturalmente, para muchos lectores esto será una mejoría o un pro. La novela se lee bien (menos cuando habla Dupree, al principio, de temas forenses y demás...); no incomoda por nada.
El caso principal, el de un asesino de familias, a mí me ha resultado muy soso y sin interés. En realidad, no hay giros ni sorpresas. Tampoco permite a los lectores jugar a adelantarse a los policías, puesto que no hay datos ni pistas (para el lector) que apunten a un sospechoso u otro. Para colmo, cuando se está a punto de desvelar el misterio, la autora mete otra trama relacionada con el mito del Barón Samedi, que se desarrolla durante un montón de páginas, y que, debido su escasa o nula relación con la primera trama, parece más bien la historia de otro libro ahí intercalada. Encima se nota que es para alargar el supuesto misterio del otro caso (que no hay, puesto que ya sabemos que ese sospechoso no es: es muy pronto en el libro para que se trate del verdadero: otro día hablaremos de las estructuras repetitivas de la novela policíaca).
Los personajes no tienen relieve ni interés ni profundidad psicológica o dramática. Para intentar dar un poco de fondo a Amaia, la autora inserta múltiples flashbacks de lo que le pasó en su infancia con la madre y todo lo demás que ya sabemos por la trilogía del Baztán, y que precisamente por eso, resulta muy cansino y para mí aburrido (¿Es que Amaia solo se caracteriza por eso? ¿No le pasó nada más en la vida?). También parece otra novela ahí metida de cualquier manera. Si al menos la autora la hubiera vinculado un poco más con la personalidad de la Amaia del presente... Amaia, por cierto, sabe mucho más que todos los agentes del FBI juntos. Es una genia, y todos lo saben...
La mejor manera de ver qué partes sobran es pensar en cómo quedaría la novela o la historia sin estas. Los flashbacks sobran, la parte de Nana sobra, y la subtrama del barón Samedi sobra (o más bien, podría ser parte de otro tomo de las aventuras de la entonces subinspectora Salazar). Con tanta paja el libro adquiere una extensión considerable.
Otra cosa que destaca es la falta de ritmo o de tensión. La obra es más plana que la provincia de Valladolid. Esperas que pase algo, pero esperas en vano. Si acaso hay alguna descripción fugaz y pictórica de la situación a la llegada del Katrina, aunque resultan más convincentes las que hace del momento posterior, con la rotura de los diques y la inundación de Nueva Orleáns. Se podría haber sacado mucho más partido de este catastrófico hecho real, pero... Valladolid.
En resumen, una novela escrita de forma pulcra y aséptica, con una narrativa sosa y personajes planos y poco realistas, pero que podría gustar a los amantes del género.
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