La carabina

Publicado el 13 marzo 2016 por Pelearocorrer @pelearocorrer

La apuesta de Pedro Sánchez ya ha posibilitado el primer milagro; como en las bodas de Caná el PSOE ha multiplicado sus escaños y tiene ahora más diputados que el partido popular. De noventa han pasado a ciento treinta los de Ferraz gracias al pacto firmado con Ciudadanos pero la cifra sigue siendo insuficiente. Nadie nos explicó que la democracia solo sirve si la discrepancia es residual, o sea del diez por ciento. Este pacto, además, está sirviendo para que veamos el verdadero rostro de Pedro Sánchez: “solo yo puedo convocar una reunión con Rajoy porque tengo más escaños”, ha dicho el líder socialista cuando alguien le ha informado de que Rajoy pretende ponerse en contacto con él. Detrás de la declaración veo un manotazo lanzado como el que intenta quitarse una mosca de encima. Gestionando emociones prefiero a Pablo Iglesias que no parece esconder nada, con Pedro Sánchez sucede que parece disimular una versión de si mismo íntima, salvaje y en vigilancia. El tiempo va desvelando los misterios de los líderes y el que se revela más insondable no es Mariano Rajoy (atención), es Albert Rivera. El político de Barcelona da la sensación de esconder una gran baza, una esperanza, un golpe maestro, pero todo lo hace como en sordina, sin llamar especialmente la atención, con una mirada hueca y unos modos tan comedidos que igual acaba pidiendo perdón a los españoles por ser Presidente del Gobierno… es tan peligrosa la tentación de ser ecuánime y moderado y siempre en el centro y cuarenta escaños…

Al fondo a la derecha está Mariano Rajoy, perseverando en la verdad de las urnas que es la única válida y nadie se ha dado cuenta. Mientras todos hacen malabarismos imposibles para que dos más dos sean cinco o seis, Rajoy solo cuenta con sus votos y dice “hemos sido la fuerza más votada”, ojo que la perogrullada no es tan fácil de soltar cuando tienes a siete millones de personas oyendo lo que dices; dentro del discurso rajoyano esta afirmación funciona como viene funcionando cada una de las apariciones públicas del Presidente en funciones: son tan delirantemente obvias que juegan en el ámbito de la mística, la política Zen, y hacen algo sorprendente: borrar al interlocutor. A ver quién se atreve a decir que los populares no fueron los más votados en las últimas elecciones.

Así las cosas presenta Pedro Sánchez a Rivera no como su pareja formal, sino como su carabina, esa figura que fiscaliza la decencia en las relaciones prematrimoniales. Pero a Podemos, partido en esencia punk, no le gustan las relaciones formales y el acompañamiento que imponen los socialistas les parece ridículo porque los morados creen en el amor libre. En este novelón por entregas se van retratando todos y vamos viendo la desnudez de la política que es una desnudez zafia, de matrimonio mojigato que sólo se desnuda cuando las luces están apagadas y la vista no puede gozar de la verdad de la carne. La democracia es una cosa fácil siempre y cuando todos votemos lo mismo, en cuanto hay diferencias la cosa se complica y solo funciona si se le da la razón al otro, algo muy doloroso para algunos egos.


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