El "premio" del cupón del PBI resulta, además, inflado por la falsificación de los índices de precios, que conduce a una sobreestimación del crecimiento económico. Es cierto que, por ese mismo fraude, los bonos del megacanje que asocian su rendimiento con la inflación reciben un beneficio menor al que deberían percibir. Pero mientras los títulos atados al PBI están en manos de especuladores privados, los bonos relacionados con el índice de precios fueron a parar mayoritariamente a la Anses y a los bancos oficiales. El "esfuerzo", por lo tanto, no ha sido para nada "compartido". Después del megacanje y de las manipulaciones de Guillermo Moreno, la parte del león se la han quedado los especuladores.
"Desendeudamiento"
A partir de lo anterior, queda claro por qué el eslogan del desendeudamiento -repetido en esta oportunidad por la Presidenta- no pasa de ser puro palabrerío. Como resultado de los "rendimientos" y de la nueva emisión de bonos, la deuda pública asciende hoy a 175.000 millones de dólares, frente a los 145.000 del año 2001. La cifra, de todos modos, no incluye a la deuda del Banco Central o los pasivos provinciales, cuanto menos unos 35.000 millones de dólares más. Eso sí: la Presidenta acertó al señalar una "reducción de la deuda en moneda extranjera" a expensas de la "deuda intraestatal"; o sea, el pasaje de esta hipoteca a la caja de la Anses, en primer lugar. En resumen: los "usureros" de los '90 siguen cobrando, mientras la caja de los jubilados carga con los títulos menos atractivos y cuyo capital podría ser pulverizado por una devaluación. Como pocas, la cuestión de la deuda desnuda el carácter reaccionario y socialmente confiscatorio del "modelo" kirchnerista.
Marcelo Ramal