Mercedes Lozano Rivera es una especialista en psicoterapia interpersonal adicta al trabajo. Hace diez años su novio la dejó a las puertas de la iglesia para casarse con su mejor amiga. Desde entonces trata de llevar una apacible existencia personal y profesional lejos de la familia y de los hombres hasta que una serie de acontecimientos ponen su vida boca abajo.
De pronto, Mercedes se enfrenta a un grave caso clínico de maltrato psicológico sufrido por una de sus pacientes: Marina. Sin saber cómo, se verá inmersa en una vorágine de acontecimientos, y quedará atrapada en la tupida tela de araña de la maldad.
Hay veces que decidimos nuestras lecturas por puro impulso. Sin pensar siquiera nos lanzamos porque hemos recibido un estimulo positivo: una imagen, un nombre, un titulo,… A mí solo me hizo falta una palabra: Tánatos. Así que sin leer casi siquiera la sinopsis, fui de cabeza hacia esta novela sin saber que me iba a encontrar en el interior.
Nos cuenta la autora antes de nada que:
"En la mitología griega, Tánatos es la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. En la teoría psicoanalítica, Tánatos es la pulsión de muerte, que se opone a Eros, la pulsión de vida."
No sé muy bien cómo interpretar esa segunda acepción de la palabra, que nos mete en un ambiente que conozco bastante poco. Sin embargo, tan pronto estamos dándole vueltas a que será una pulsión en psicoanálisis, como unos minutos después entramos de lleno en una historia que comienza por el final. Porque aquí encontramos a Mercedes esperando la cita con un paciente que le va a desvelar algo muy importante…
Y de repente ¡puf! Vamos a un flashback hasta el inicio de todo. Allí Mercedes nos empieza a contar la historia desde su punto de vista, aunque en realidad la novela está narrada a dos voces: ella y él. Dado que la mayor parte del libro radica su gracia en esa dualidad, no voy a desvelaros quien es, aunque sí que representa la maldad y el engaño. La violencia sin golpes, que es aun más violenta y duele más. La manipulación, las falsas apariencias, el odio por dentro. Lo que yo os diga: la Maldad, la primera con mayúscula.
Aunque quizá yo me este yendo un poco mas allá evaluando a este personaje lo que es seguro que es el “villano”: narcisista, egoísta (aunque no sé hasta qué punto es redundante con lo anterior) y sobre todo maltratador. Porque no nos engañemos, buena parte del argumento de la novela es ese: el maltrato. Pero no en su forma más evidente, con ojos morados y excusas de caídas; sino el maltrato psicológico en el que te van anulando y haciéndote más pequeño, hasta que quedas totalmente a merced de los caprichos de ese monstruo.
Lo cierto es que siempre me ha fascinado este tema, sobre todo la implicación psicológica que conlleva. Porque no entiendo y no creo que lo consiga nunca, como una persona puede dejar que le traten así e incluso no ser consciente de lo que ocurre. Y para eso María José Moreno nos introduce en el perfil de la víctima. Por suerte, no se trata de la protagonista, sino de Marina que es una de sus pacientes. En ese sentido, ha sabido llevarlo muy bien, porque en muchas ocasiones se corre el riesgo de caer en lo macabro. Pero creo que ha sido muy correcta y muy sutil.
Así que para quitarle hierro al asunto, también nos cuenta un poco (bastante) de la vida de Mercedes: es una adicta al trabajo con dificultades para tener relaciones personales debidas a una infancia complicada unida a la tremenda decepción con un hombre. Entonces conoce a otro hombre que también tiene su parte complicada que curiosamente también está marcado por acontecimientos de infancia, pero mucho más traumáticos. Esto nos lleva, al mismo tiempo que a un plano romántico, a una línea también muy psicológica. Tanto, que es posible que los personajes, y especialmente Mercedes, no sean capaces de disfrutar de la vida, sin psicoanalizarse continuamente viendo porque siente y como lo siente. ¡Déjate llevar, h*****s!
En ese sentido los personajes están muy bien creados, con unos perfiles muy completos y creíbles. No en vano la autora es psiquiatra y posiblemente eso haya influido en la complejidad y profundidad de los mismos. Puede que no esté muy de acuerdo con algunas decisiones personales de Mercedes, pero no por ello la protagonista es mejor o peor. Simplemente nos encontramos con comportamientos humanos, reales y sinceros.
En cuanto a la ambientación, la historia se sitúa en Córdoba, aunque teniendo en cuenta que se trata de un thriller psicológico no entra mucho en escenarios. Casi todo son interiores (como la consulta, la casa, el bar,…) pero realmente no importa demasiado ya que debe centrarse mucho más en el comportamiento de los personajes.
Ahora debo tocar el punto en el que la mayor parte se echará atrás y dirá “¡NOOOO!”: Se trata de una trilogía, con Mercedes como protagonista. Yo no lo sabía cuando lo leí, y me entere prácticamente cuando escribía esta reseña. Y sin embargo no me ha importado porque al menos ésta primera se puede leer por separado. Aunque tiene un final un tanto abierto bien podríamos justificarlo por el realismo de la situación y no por necesitar una continuación. Pero sinceramente, yo estaré encantada de leerla porque me ha gustado. No me ha sorprendido del todo, porque realidad hubo cosas que me veía venir desde el principio, aunque en el fondo no le quita merito al tema.
El estilo es sencillo pero cuidado, lleno de diálogos sin exageraciones (donde las conversaciones son verosímiles, sin frases forzadas) y atractivo para el lector. Quizá no tenga el suspense de un thriller frenético, pero sí que engancha en cierta manera por sus personajes y es capaz de mantener la atención.
Me he quedado con ganas de leer algo más de la autora y por supuesto las siguientes partes de esta. Puede que me anime con Bajo los tilos cuando salga en papel, ya que dicen que será una versión ampliada. En concreto esta es una novela que recomiendo, tanto si te interesa el género como la temática o simplemente disfrutas de unos personajes bien construidos y una narrativa cuidada.