Cliff Barrows, director de música e íntimo amigo y colaborador de Graham durante muchos años, suele decir que la verdadera obra de evangelización tenía lugar en «la carpa pequeña», donde la gente se reunía y oraba de rodillas antes y después de cada reunión. Una mujer residente de esa ciudad, Pearl Goode, fue el corazón de aquellas reuniones de oración y de muchas que le siguieron.
El apóstol Pablo, en su carta a los seguidores de Cristo en Colosas, les aseguró que él y sus compañeros oraban siempre por ellos (Colosenses 1:3, 9). Al concluir, mencionó a Epafras, uno de los fundadores de esa iglesia, el cual «siempre [rogaba] encarecidamente por [ellos] en sus oraciones, para que [estuvieran] firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere» (4:12).
A algunos se les concede la tarea de predicar el evangelio desde una posición donde todos los ven: en «la carpa grande». Pero Dios nos ha concedido a todos, tal como lo hizo con Epafras y Pearl Goode, el gran privilegio de arrodillarnos en «la carpa pequeña» y, en oración, poner a otros delante del trono de Dios.
«La oración no es la preparación para el trabajo; es el trabajo en sí». —Oswald Chambers
(Nuestro Pan Diario)