Propaganda alemana.
El 28 de junio de 1942 el ejército alemán comenzó su ofensiva de verano en la Unión Soviética. Hace hoy 70 años el ‘Fall Blau’, nombre en clave del ataque, debía proporcionar a Hitler la victoria decisiva contra Stalin y ganar la guerra. Pero las cosas salieron de otra manera. Fue una carrera vertiginosa en la que los tanques alemanes recorrieron cientos de kilómetros de estepas desiertas llegando hasta las montañas del Cáucaso y a orillas del Volga. Y fue allí, en la ciudad que llevaba el nombre del enemigo nazi por excelencia, donde los alemanes fueron detenidos y finalmente derrotados: Stalingrado.Después de su derrota a las puertas de Moscú en el invierno anterior Hitler sabía que se le complicaban las cosas. Los soviéticos no estaban ni mucho menos derrotados como él y sus militares pensaban, y la guerra no parecía que pudiera ganarse fácilmente con ofensivas relámpago y rápidas victorias, algo completamente necesario debido a las limitadas reservas alemanas. El ataque a la URSS corría el riesgo de convertirse en larga y sangrienta, algo que Alemania no podía permitirse, y mucho menos después de declararle la guerra a los EE UU en diciembre de 1941. Hitler tenía que cambiar de planes y preparase para una guerra larga, y para ello necesitaba materias primas con las que resistir a la enorme potencia industrial norteamericana.
Esas materias primas debían ser conquistas a los soviéticos. En concreto, Hitler se fijó en las enormes reservas de petróleo en el Cáucaso. Su plan era apoderarse de los pozos de petróleo de Bakú, Maikop, etc, y llegar hasta Astracán –en el Mar Caspio- y Stalingrado, en el Volga, y quitarle a los soviéticos estos territorios estratégicos para que produjeran para la máquina de guerra alemana. Hitler tendría así el petróleo suficiente para hacer frente a los anglosajones y aguantar una guerra larga.
La ofensiva alemana de 1942.
Es más, la fantasía de Hitler comenzó a volar y se imaginó un gran ataque en pinza a nivel mundial. Los tanques alemanes debían cruzar el Cáucaso y entrar en Persia –entonces ocupada por soviéticos e ingleses- y encontrarse allí con los panzer de Rommel que, desde Libia, debía romper las defensas británicas de Egipto, tomar el Canal de Suez y conquistar el Próximo Oriente. Todo ello con pocos hombres y suministros insuficientes. Una quimera, pero que Hitler se tomó muy en serio. Nadie se atrevió a contradecirle.
Los alemanes se recuperan
Así pues, los soldados alemanes comenzaron el avance por el sur de la URSS el 28 de junio de 1941. Ya no eran los invencibles ‘landser’ de un año antes cuando la Operación Barbarroja. Habían sido machacados ante Moscú seis meses antes. Habían sufrido muchas bajas, pero cuando la nueve y el frío rusos se marcharon, los soldados alemanes demostraron seguir siendo los mejores soldados del mundo en ese momento.
Blindado alemán en la estepa.
Conquistaron Crimea y su base naval de Sebastopol después de un largo y sangriento asedio en el que se utilizaron los cañones más grandes del mundo. En el norte, los alemanes contraatacaron y rodearon a los ejércitos soviéticos que querían romper el cerco de Leningrado. Esos ejércitos quedaron completamente aislados en los húmedos y calurosos bosques del norte ruso quedándose sin comida. Los soldados soviéticos incluso tuvieron que cometer actos de canibalismo para sobrevivir antes de caer prisioneros. Y en Ucrania los soviéticos sufrieron un auténtico desastre militar al quedar atrapados y aniquilados en mayo más de 200.000 soldados que trataron de conquistar la ciudad de Kharkov.Por lo tanto, cuando empezó el verano de 1942 la situación estratégica en la URSS parecía volver al lado de los alemanes. Pero sería la última vez. Al final del horizonte, a cientos de kilómetros más al este, les esperaría el precipicio por el que Hitler y sus sueños caerían definitivamente y que marcaría el destino de la Segunda guerra Mundial.